SAN CRISTÓBAL – Venezuela.- Los universitarios ulandinos del Táchira, como ciudadanos demócratas que aprendimos a depositar en el sufragio la esperanza de construir un país libre, próspero y con igualdad de oportunidades para gozar y disfrutar de los derechos vitales de todo ser humano, consideramos pertinente reflexionar ante la opinión sobre la situación que vivimos los venezolanos.
Venezuela es un país agraciado por la naturaleza, porque le provee recursos inestimables y está habitado por hombres y mujeres de espíritu liberto y emancipador. Históricamente hemos vivido momentos apremiantes y con oportuna sabiduría logramos sobreponerlos, pero actualmente como nación afrontamos una calamitosa desventura que desgobierna el bien común, amancilla la calidad de vida y desvirtúa la justicia social, y no se avizoran soluciones a corto, mediano o largo plazo.
Aclaramos que en los últimos años no hemos dudado en concebir la democracia como el medio político que facilita por antonomasia la participación, colaboración y contribución en igualdad de oportunidades para acceder a los servicios públicos, por lo que sin amainar los aciertos o desaciertos de la dirigencia política seguimos considerándola como la instancia moderna que nos permite el logro de soluciones consensuadas. En tal sentido, con fe irrenunciable creemos en la vida democrática porque es el sistema perfectible que fortalece la forma de gobierno para la coincidencia de voluntades en la búsqueda del bienestar social, la paz ciudadana, la satisfacción de apremiantes necesidades básicas individuales y colectivas, de tal suerte que el hombre libre pueda vivir con dignidad y expandir los lazos de felicidad y prosperidad familiar.
Por ello, cuando somos convocados a elegir los funcionarios que deben regir los destinos de la nación, ejercemos el voto asistidos de la convicción de que sabiamente la mayoría triunfará para corregir errores, saldar circunstancias adversas o desventajosas, acertar en la toma de medidas orientadas a favorecer las expectativas sentidas de los ciudadanos y avizorar con humildad las imperiosas e imponderables decisiones que en lo político, económico y social benefician al pueblo sin distinciones de ninguna naturaleza.
La realidad nos demuestra que desde las esferas del gobierno los funcionarios, luego de recibir democráticamente la confianza de las mayorías, se apegan a las nimiedades ideológicas que sólo procuran mantener en el tiempo los privilegios políticos y económicos conquistados en detrimento de los sanos intereses de los ciudadanos.
El venezolano de hoy, con suma serenidad, observa cómo el discurso gubernamental que, en diversas oportunidades con argumentos exasperados, pretende defender las desacertadas políticas económicas que generaron la presente calamidad social que nos arrebata las garantías alimentarias, la posibilidad de contar con un sistema gratuito de salud y de calidad y el respeto a la vida y la seguridad tanto personal como patrimonial.
Al mismo tiempo, como ciudadanos formados para el ejercicio del libre albedrío, apreciamos que culturalmente se acomete la idea de imponer la hegemonía comunicacional para manipular la opinión con el fin de formar la sociedad bobieca e irreflexiva, y de manera inescrupulosa se acorrala presupuestariamente la educación con la intención de silenciar los sectores pensantes e irreverentes.
En el caso particular de las universidades, desde el 2008 se impone la política criminal de asediarlas presupuestariamente con la asignación anual de recursos deficitarios. Esta situación acusa una educación universitaria limitada a la docencia y sin estímulos para la investigación y la extensión, con un personal que devenga salarios bajos, algunos por debajo del llamado “ingreso mínimo integral”, y de fácil depreciación ante la inflación por incumplimiento de las cláusulas contractuales socioeconómicas. Así mismo, las condiciones laborales cada día son más deprimentes ante el deterioro de la infraestructura, la carencia de material e insumos, el uso de equipos obsoletos y laboratorios subutilizados. Esta política antiacadémica ataca directamente la autonomía universitaria y busca imponer la dictadura de la ideología única en las aulas universitarias.
El caso es que Venezuela está sumida en un infortunio caracterizado por la corrupción galopante dirigida al enriquecimiento súbito de la dirigencia política y sus allegados, la destrucción del aparato productivo nacional para imponer la economía de puertos con licencias de importación que favorecen la fuga cómplice de divisas; y una inflación creciente ante el control estatal de la economía y la restricción de la libertad de mercado, medias que sólo sirven para que el pueblo por vía de la inflación financie el gasto público y politiquero al final del ciclo económico, mientras la escasez de alimentos empobrece la dieta del venezolano común y favorece la especulación.
El reino del crimen impune que establece el régimen del miedo ante la inseguridad, la falta de medicamentos, insumos, químicos, equipos, herramientas técnicas y repuestos que en la muerte de niños recién nacidos develan la crisis humanitaria del sector salud; la justicia inclinada a favor de oscuros intereses político-partidistas que desconocen la voluntad popular; y la demagogia histriónica que oculta ambiciones desmedidas e incompasibles de la clase política dominante.
Con suma preocupación levantamos nuestra voz de reclamo ante el resquebrajamiento de los valores superiores del ordenamiento jurídico y la actuación republicana constitucionalmente prescrita. Así se tiene que la vida, la libertad, la justicia, la solidaridad endógena, la democracia, la responsabilidad social de los entes públicos, los derechos, la ética y el pluralismo ideológico, según las circunstancias y oportunismos políticos, pierden su esencia de cimientos de la República Bolivariana de Venezuela para convertirse en anodinas y maleables concepciones que solo satisfacen la miseria humana del poder político.
Vemos el ideario de Bolívar bajo el estigma de la felonía y la vileza, especialmente cuando se fracciona la integridad territorial y la soberanía nacional para ceder parte de nuestra venezolanidad con el propósito de honrar compromisos ideológicos con naciones extranjeras, acción emprendida en abierto agravio y desmejora de la calidad de vida de los venezolanos.
La realidad descrita implica el riesgo de la desinstitucionalización y deslegitimación de los Poderes Públicos del Estado venezolano. Se hace necesaria la implementación de medidas correctivas y emprendedoras antes de que las instituciones republicanas pierdan su capacidad de dar respuesta política a las vicisitudes económicas y necesidades insatisfechas de la nación y liderar el restablecimiento de las condiciones normales de la vida social de los venezolanos.
En tal virtud, el infortunado momento histórico que experimenta Venezuela reclama la unión de voluntades para buscar soluciones consensuadas, impulsar y apoyar políticas gubernamentales y legislativas pertinentes que sinceren la actuación de los poderes públicos. La idea es coincidir en el reencuentro para palanquear salidas constitucionales, democráticas y pacificas que oxigenen institucionalmente el Estado venezolano. Para ello, urge convocar y propiciar espacios de encuentro y reflexión de las fuerzas vivas de la nación con los ciudadanos organizados en lo político, social, comunitario y gremial.
Hacemos un llamado público a los universitarios de Venezuela para convocarnos al encuentro democrático con las ideas que buscan superar la crisis nacional. La Venezuela de hoy no puede quedar desamparada por la pasividad o indiferencia de los sectores pensantes. Por tanto, los universitarios estamos obligados a asumir el compromiso de luchar y defender las instituciones democráticas, y en especial a las Universidades como espacios en los que adquiere vigencia y vitalidad el pensamiento libre y la reserva moral de los venezolanos.
Foto: www.noticierodigital.com
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