“Casarse, tener un bebé, mudarse de casa, traslados por trabajo, etcétera, no son motivos para abandonar a su animal de compañía, son excusas. Cuando se adquiere una mascota se adquiere un compromiso de por vida. No nos deshacemos de los niños por estos motivos, simplemente nos adaptamos. Nuestros animales de compañía merecen el mismo nivel de entrega. Copia esto en tu muro si estás de acuerdo”. Así comenzó la cadena de estados en la red social Facebook en contra del maltrato y desatención animal que parece se está convirtiendo en “moda” en el país.
Pero basta decir que con unas cuantas palabras en varios perfiles, porque no llegan a ser todos, se podrá cambiar el canibalismo con el que personas sin el sentimiento de cariño tratan y matan de manera degradante a un ser que lo único que pide es cuidado simple y atención de vez en cuando.
Casos claros de estos actos se tienen como ‘pan caliente’ en el país. El primero y controversial, difundido por los medios de comunicación nacionales, y por el contenido fuerte los canales advirtieron a la audiencia verlo con precaución, fue el de los cinco bachilleres que torturaron y asesinaron a una perra, grabaron el hecho y lo subieron a la red social de gran importancia hoy.
El segundo es el del motociclista que en carreteras de Caldas llevó amarrada a la mascota a la parte trasera. El animal, sin poder seguirle el paso, se desplomó y perdió la vida. A pesar de la muerte, el hombre arrastra el cuerpo kilómetros adelante. El tercero es la matanza de 40 caninos por la ingesta de órganos fosforados que les causaban trastornos nerviosos, dolor, convulsiones, salivación, vómito, diarrea, destrucción de las venas de los pulmones y la muerte, en Pamplona (Norte de Santander). Estos y miles de casos más, porque no sean denunciados ni puestos al aire, no significan que no existan en diferentes zonas colombianas.
Incluso, a algunas mascotas por la condición de acompañantes no se les dan los cuidados necesarios, dejándolas sin comida ni agua por largo tiempo. La falta de recreación o el poco tiempo para compartir con las mascotas se convierten en maltrato, aunque sea sicológico para el animal.
“Es que se orinó en el carro, entones le pego con el cable de la plancha”. ¿Le pegaría a un niño con el cable de la plancha por orinarse en los pantalones? A menos de que sea un padre que a golpes trata de imponer orden, y en vez de ganarse el respeto lo exija, actuará así. No se puede permitir que siga el maltrato por simple que sea. Cuando se le pega a un perro lo único que hará será agachar la cabeza y retirarse. Y si en cinco minutos se le busca con cara de felicidad y con una caricia en la cabeza, llegará meneando la cola como si nada hubiera ocurrido.
Hay normas para la protección animal. “Los animales tendrán en todo el territorio nacional especial protección contra el sufrimiento y dolor, causados directa o indirectamente por el hombre”. Pueden existir leyes, publicarse folletos, promulgarse información, actualizar estados en Facebook, Twitter y MySpace, pero el cambio no radica en exhibir los hechos, sino en apropiarse de ellos, sentirlos como propios y ponerse en esa piel de animal indefenso con ganas de vivir en un mundo que por la incomprensión ha llegado a arremeter contra los que no pueden defenderse.
JESSICA CÁRDENAS COLORADO
Estudiante de Quinto Semestre
de Comunicación Social
Unipamplona-Campus Villa del Rosario