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‘La Niña’ no quiere dormirse

CÚCUTA.- La madrugada del 10 de diciembre para los habitantes del barrio San Rafael fue diferente. A las 4:30 de la mañana, los altavoces ubicados en la cruz (parte alta) se encendieron con gritos de auxilio. Cecilia Rico, presidenta de la junta de acción comunal, con voz llena de miedo y en medio del llanto alertó a los vecinos. Su casa y otras catorce estaban yéndose al suelo.

“Vecinos, por favor, mi casa  está derrumbándose. Necesito que me ayuden”, dijo. De inmediato el silencio tomó el micrófono por algunos segundos. La voz cambió. Martha su hija, también con  esa madeja que se hace en la garganta y que quema con fuerza  cuando no se quiere dejar salir el llanto, pidió ayuda.

A las 5:00 de la mañana, con el despuente del alba, el techo de la casa de Martha y Cecilia besaba el piso. El barrio, en pleno, se puso de pie. La algarabía y el desespero se apoderaron de la comunidad. Los gritos se escuchaban como entre un laberinto. La imagen no pudo ser más dantesca. Los afectados, en medio de las lágrimas, arrastraron, cargaron y empujaron los enseres hasta ponerlos a salvo. Las puertas de las casas se abrieron para guardar `corotos´, sin importar de quién eran, ni qué era.

A  las 6:00 de la mañana, Julia, envuelta en la impotencia, vio cómo las paredes de su vivienda se convertían en polvo que volaba por los techos de zinc. En adelante todo fue un efecto dómino hacia arriba. Por esas extrañas circunstancias de la vida  las casas no cayeron  siguiendo las leyes de la física, de arriba abajo, sino de abajo a arriba.

     

`Chilavert´, de  estatura media,  albañil de profesión y conocedor de los errores del cemento y los ladrillos, no los encontró en ese momento. Se resignó a saber que su casa, de un jalón, se partió en dos. No quedo en pie más que la pared naranja que sostiene la puerta que da al patio.

Catorce casas desaparecieron en la mañana del sábado. “Hace un año fue lo mismo. Pasamos Nochebuena y año nuevo en el colegio  Luis Carlos Galán  y la escuela Alianza”, recordó Sandra, de tez blanca, alta y joven, mientras sostiene la barriga de siete meses de embarazo.

“Los daños solo fueron materiales. No hubo heridos ni hechos qué lamentar, aparte del dolor de ver las casas en el suelo”, dijo Luis Chiquillo, habitante del barrio San Rafael, miembro de la Defensa Civil Colombiana y quien asumió responsabilidad del caso desde el primer momento en que los altavoces dieron la alerta.

MARIO CAICEDO

mariocaicedo30@gmail.com

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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