1.-Trascurridas varias semanas, desde el encuentro de presidentes de Colombia y Venezuela, en Puerto Ayacucho, para hallar de manera conjunta acciones y empeños en pro de las fajas territoriales que enmarcan y definen las fronteras de los dos Estados, bien vale preguntar ¿Hacia dónde vamos? ¿En qué se sustenta el planteamiento central? ¿Cuáles son las comisiones bilaterales de empalme? ¿Quiénes las integran? ¿Los gobernadores y los alcaldes de las regiones y municipios claves han coordinado acciones para precisar lo que se pretende y anhela? ¿Las asociaciones gremiales, profesionales y laborales han definido requerimientos y propósitos? Formular estos interrogantes es tocar puertas oficiales y privadas, porque la pasividad noticiosa y el silencio político y administrativo no solo es general sino paralizante, porque nadie pareciera saber nada, ni indagar por nada, mientras imperan el inmediatismo y el facilismo que alimentan la cultura del atajo. Día a día se constata que nuestro problema mayor no es económico sino humano, porque lo vigente y actuante es la tradición del menor esfuerzo. Y, porque la unión y el trabajo compartidos y en equipo no existen.
2.- Sin vencer esa modorra funcional y operativa no habrá esperanzas de trasformación y cambio, porque lo que domina el ambiente y registra expresivas manifestaciones es la pereza en el obrar y el no creer en nada, ni en nadie. La ausencia de unidad ha creado vacíos difíciles de llenar y la necesidad de acertar una tarea inaplazable. ¿Por qué? Porque hay que convocar a los que saben y a los que quieren ser auxiliadores de un auténtico proceso de cambio que vaya hasta la raíz de todo lo que acontece y nutra el Centro del Pensamiento y Desarrollo Fronterizo, que con urgencia propuso Cesar Vallejo Mejía al analizar lo que hay y acontece.
3.- Y, lo más grave, radica en el exagerado individualismo y la visión de una pretendida, pero engañosa unidad, que en el actuar solo funciona en el periodo preelectoral, bajo el conjuro de la mentira y del billete. Por eso, crear conciencia, verdadero compromiso y sincera voluntad de servicio hacia lo fundamental y básico es una tarea que exige vencer muchos factores. Y, más, cuando es indispensable obtener representatividad, incentivos, estímulos, mecanismos y medidas descentralizadoras.
¿La costumbre de esperar y de postergarlo todo, acaso también incluye no atender el reto del futuro? ¿Podrá haber subsistencia, progreso y auténtico desarrollo sin superar la marginalidad, el desempleo y la pobreza? ¿Qué opinan nuestros dirigentes políticos? No aceptar que la desidia y la pasividad nos han hecho daño es continuar en el error y el atraso. Además, ir en contravía.
JOSÉ NEIRA REY
Notas al margen