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Gladys Navarro: “Soy pionera, no me gusta estar en el montón”

CÚCUTA.- Hace 18 años, Gladys Navarro de Uribe es la directora de Fenalco en Norte de Santander. Mientras ha ocupado el cargo, la seccional de la Federación Nacional de Comerciantes ha sido destacada en el país por la creación del Instituto de Educación para el Trabajo y Desarrollo Humano, por ser la segunda regional en contar con la Corporación Fenalco Solidario y, especialmente, por constituirse en la primera que recibió la certificación de calidad.

La filosofía de vida que inspira cada uno de los pasos está marcada por la constancia, la disciplina y la aceptación. La realización personal que experimenta es el resultado de un largo proceso que, sin duda, comenzó con la doble dosis de verraquera heredada de Barrancabermeja, lugar donde nació, y Ocaña, donde se crió.  De la infancia recuerda con cariño el paso por la escuela de Bellas Artes, los sonidos que sacaba de la guitarra y la agrupación musical que integró tocando la bandola.

Tomar decisiones con una justa dosis de valentía es la constante en la personalidad de esta mujer. Por eso, recuerda nítidamente el día que le informó al padre sobre la idea de viajar a Bogotá para estudiar Comunicación Social, en la Universidad Externado. Sabía que en la familia esperaban que optara por Derecho en la Universidad Libre, en Cúcuta. Con los años descubrió que ser la primera mujer en irse de casa y de la ciudad fue ejemplo para los nueve hermanos, que  alcanzaron título profesional y convertir en realidad los sueños.

En la  capital le costó adaptarse a la movilización, en aquel entonces, debía subir a pie varias cuadras, cada día a las 7:00 de la mañana, para llegar a clases. Aun así, nunca sintió deseos de claudicar, porque  tenía clara la idea de ser comunicadora. Las experiencias le indicaban que estaba en el camino correcto.

De la estancia en Bogotá descubrió, siendo  joven, la predilección por el orden, el equilibrio entre las actividades laborales y personales,  y el  valor de usar bien el tiempo.

El amor la trajo de regreso a Norte de Santander. El primer trabajo que aceptó fue el de administradora del laboratorio de fotografía de Carlos Pérez; luego, se fue al Sena y encontró una dificultad que le permitió explotar el potencial de líder que tenía reservado. El inconveniente en esa época era que los comunicadores con énfasis empresarial no tenían tarjeta profesional. Decidió liderar con los egresados de provincia la solicitud a la Universidad Externado para que les homologaran algunas materias con énfasis en Opinión Publica. De esa manera obtuvo la tarjeta y decidió que de ahí en adelante nada la amilanaría y nadie la detendría.

Regresó con entusiasmo al campo laboral en Cúcuta y se vinculó a la Universidad Francisco de Paula Santander. Ahí empezó a introducir la idea de la necesidad de contar con un Comunicador Social en las organizaciones. Un día, revisó el periódico local y vio el anuncio de Fenalco en el que solicitaban un comunicador para que se encargara de la revista institucional. De esa manera, ese primer acercamiento le permitió quedarse, hacer las tareas bien y reinventarse como profesional cada año que pasa.

La pasión que siente por el trabajo está determinada en gran medida porque le permite estar actualizada de lo que pasa en la región e inclusive de lo que no pasa. También, le entusiasma la cercanía con los problemas y con las soluciones,  sin olvidar que de lo que aprendió en la juventud con relación al manejo del tiempo le ha permitido constituir una familia en la que predominan el amor y el compromiso junto al esposo y dos hijos, Jaime Andrés, de 27 años, y María Daniela, de 19.

A lo largo del camino se ha mantenido alegre y dispuesta a recibir con ilusión el misterio que implica un nuevo día. Aun cuando todo luzca nublado, sabe que los buenos marineros se mueven conforme al viento y ese es el comportamiento que manejan desde la Federación y le trasmiten a los comerciantes.

Mientras conserve el buen humor, el interés por la buena conversación y la cercanía de la familia podrá continuar gozando de lo que hace sin mostrar el más mínimo atisbo de desgaste.

Pensar en Gladys Navarro como una especie de golondrina andante es una imagen que se aproxima a la libertad de espíritu que la caracteriza. Ella, así como esas aves, tiene un admirable sentido de la orientación y recuerda los lugares de modo sorprendente. Siempre, sin miedo de intentar experiencias nuevas porque: “donde las cosas están inventadas,  no hay nada qué hacer, lo único es buscar otras opciones”.

ORIANA GODOY

origodoy@gmail.com

Fotos: Mario Caicedo

mariocaicedo30@gmail.com

      

 

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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