CÚCUTA.- El debut de Bernardo Redín como técnico del Cúcuta Deportivo no pudo ser mejor. Los aficionados alentaron al equipo como de costumbre, la Banda se saltó de tribuna en tribuna, los de Oriental se acomodaron en Occidental, los niños jugaron a soñar y los adultos se entretuvieron con lo ocurrido en la cancha.
Ese panorama es el que lo acompañará en las fechas venideras contra Real Cartagena (23 de septiembre) y Tigres (8 de octubre). El General Santander le dio la bienvenida, con la ilusión que se amañe y si no es en este año que sea en el 2023, el ascenso a Primera. Es la esperanza de los millares de abonados más los fieles que van al estadio porque quieren a la divisa rojinegra.
En el curso de la semana, al anunciarse la llegada del socio del Pibe hubo sonrisas de satisfacción y comentario de respaldo por haber sido el escudero de Reinaldo Rueda durante buen tiempo. Algunos se atrevieron a decir que dejó tirado a su mentor por aceptar venir a remplazar a Aquivaldo.
Mosquera le dejó como herencia tres partidos ganados, tres empatados y seis perdidos. De 46 puntos posibles en 12 fechas, el once motilón acumuló 12, lejos de los ocho que disputarán la final del Torneo de la B. No le fue bien al técnico primíparo y pago los ‘platos rotos’ a la hora de hacer cuentas y recuentas para saber qué se tenía en el equipo.
Los directivos cucuteños aguantaron a Aquivaldo, quizás, más de lo esperado por los aficionados. Después de ver al equipo caer en seis ocasiones el desespero se volvió desilusión y de ahí se pasó a la insistencia de la salida del club. Los accionistas le dieron largas para ver si esa platica invertida en el entrenador primerizo no se perdía. Todo fue en vano, hasta que no hubo más fuerza para soportarlo.
Ahora, llega un histórico del fútbol profesional colombiano, un jugador de pergaminos y consentido por la afición. Pasó por equipos grandes y vistió la tricolor con honores. Ese recorrido lo lleva a ser considerado un conocedor del balompié nacional en toda la dimensión. Sabe tanto de la A como de la B. Quizás no sea en ‘Redin-tor’ en este 2022, porque las cartas están echadas.
Este domingo, en el juego contra Valledupar, el primero desde la línea como técnico del Cúcuta, Redín pudo sopesar al equipo y conocer los valores con los que cuenta. De entrada, hubo cambios sustanciales en los laterales, en el medio campo dejó fuera de convocatoria a Lucas (10) y arriba, solo hasta el segundo tiempo echó mano de Arias.
De entrada, podía pensarse que ‘escoba nueva barre bien’, porque a los 5 minutos del partido, César Carrillo abrió el marcador con un gol de otro partido y de otra categoría. Si los noticieros de televisión no lo dan como el gol de la fecha es porque no lo vieron en directo. De lejos, con potencia, el balón zigzagueó y no dio chace al portero visitante de atajarlo.
Al profesor Bernardo, secundado por su hermano Julián en los menesteres técnicos, se lo vio tranquilo en esos minutos que transcurrían a la velocidad imprimida por los motilones. Arriba, Agudelo se batía entre los rivales en procura de esa anotación que no llega para hacer gritar a los hinchas ‘goleador, goleador’, como en otras épocas.
Cada integrante del cuadro fronterizo cumplió a cabalidad con el oficio encomendado, hasta el punto que Redín no tomó la decisión de hacer cambios sino hasta después del empate, obra de Dairon Valencia. En el minuto 67 los asistentes al General sintieron ese aire helado que corre por las venas y que anuncia desgracia, cuando Jefry Zapata perdió el balón en el centro del campo y se armó la seguidilla de pases que terminó con el gol de los rayados verdiblancos.
De ahí en adelante, el Cúcuta entró en angustia. Más refuerzos a la cancha en procura de cuadrar caja y no dejar en déficit futbolístico el estreno de Bernardo. Los teléfonos celulares encendieron las linternas para alumbrar el camino al triunfo. Y la premonición del aficionado al comienzo del partido de cumplió. Minuto 82, gol. 2-1.
El refranero manda que quien peca y reza empata. Eso ocurrió con Zapata, el villano que provocó la paridad en el marcador, ahora sería el héroe de la tarde dominical. La jugada fue de Monsalve. Así es el fútbol. La anotación, recordará la historia, corresponde a Jefry Arley.
Alegría desbordante en los graderíos, momento de gloria en la cancha y satisfacción personal hasta el delirio. Zapata no pudo con la emoción, pidió a los aficionados que entonaran el coro ‘Cúcuta, Cúcuta, Cúcuta’, porque no sentía ese grito de batalla que tan bonito se escucha en el estadio. Para rematar el instante de éxtasis, pidió un teléfono celular y se tomó la selfi con los hinchas como fondo.
Así, vale la pena asistir al estadio. Sin sobresaltos, sin temores, sin presentimientos negativos. Al contrario, por el estreno positivo del ‘Redín-tor’, con el triunfo motilón y con la cara amable de los aficionados. Esto es lo que hay en Cúcuta, profesor Bernardo. En sus manos está cuidarlo como un botín o desperdiciarlo.
RAFAEL ANTONIO PABÓN