CÚCUTA.- Minuto 26. Lucas Ríos forcejea, gana el balón y lo entrega a Jaime Peralta. El joven motilón, como buen goleador, se perfila, dispara y gol. 1 – 0.
A los cucuteños no les importó, este martes, haber asistido a dos partidos de jerarquía, contra Millonarios (Copa) y Atlético (Torneo), para volver al General Santander. La pasión se siente y se vive, no se oculta ni se disimula. Los aficionados son eso y nada más. Cuando el fútbol los convoca al estadio dicen presente, sin arredrarse.
Ese ambiente de bulla, luces, gritos, cánticos, olas y madrazos es lo que desde Bogotá dieron en llamar ‘hostil’. Los comunicadores que vinieron de la capital no soportaron los voltajes rojinegros y al regreso a casa descalificaron a los cucuteños. Otros, incluso, señalaron a los hinchas motilones como los ‘más argentinos’ de Colombia.
Eso es el fútbol y qué bueno que el equipo fronterizo esté en boca de los medios hablados y televisados del centro del país, porque durante el resto del año en los programas especializados el Cúcuta Deportivo no existe. Y en los escritos ni una mención.
Las despedidas, en todo momento, dejan lágrimas y los cucuteños atestiguaron la ida de un talentoso, virtuoso y gran jugador de fútbol colombiano. El bogotano Stalin Motta vino, jugó poco y ayer le dijo adiós a la casaca rojinegra. Aplausos por los recuerdos, aunque pocos positivos.
Los dirigidos por Welder Mosquera, desde la raya, y Federico Barrionuevo, desde la caseta, tenían la necesidad de ganar para viajar al Metropolitano de Techo con los tres puntos de ventaja. Ese objetivo se alcanzó y hay tranquilidad en las huestes rojinegras. Sin embargo, el marcador quedó corto.
Fortaleza, dirigido por Sebastián Oliveros, trajo buenas intenciones. No se encerró, ni acudió a las marrullerías como los vecinos embajadores, tampoco se escondió. Aunque en el primer tiempo estuvo por debajo del rendimiento de los locales y se fue al descanso en desventaja.
El Cúcuta, a ratos, se observa distraído. Pierde la línea del medio campo y Lucas navega en solitario por el río chitarero (¿?). Arriba, Peralta está acostumbrando a los aficionados a reconocerlo como el nueve del equipo. Ante la ausencia de Agudelo, y a pesar de la escasa experiencia, ha despertado comentarios satisfactorios. Falta el grito que lo consagre como el ‘goleador, goleador, Peralta goleador’.
En el segundo tiempo, Fortaleza entendió que podía tomar las riendas del partido y así lo hizo. Metió a los cucuteños en su feudo y obligó a los técnicos a hacer cambios para detener la arremetida rola. De los remplazos, solo algunos cumplieron el objetivo, los demás siguieron el ritmo de quienes salieron.
Otro que ha ganado el respeto de los seguidores del Cúcuta es el arquero Mastrolía y con suficiente razón. Una, dos, tres y más atajadas para mantener el marcador a favor. ¿Y cuando se canse o tenga algún desliz? Solo es un pensamiento perverso.
En los minutos finales se tuvo el triunfo en los pies y la cabeza de Micolta, una, dos veces, nada. Pudo ser más alto el marcador. La victoria está dada, los puntos están sumados, en los canales de televisión repiten el gol de Peralta y el Metropolitano de Techo espera a los motilones para que alcen la copa y brinden por el retorno a la A.
RAFAEL ANTONIO PABÓN