CÚCUTA.
Blanca Ester, mujer de fútbol hace largas décadas, en pocas ocasiones llega tarde al General Santander. Ayer, se le complicó el camino al estadio y no vio el primer gol del equipo del alma. No había transcurrido el primer minuto, cuando Michel Ramos, el goleador de la casa, abrió el marcador. 1 – 0.

A partir de ese momento, la aficionada con muchos años acumulados en la tribuna Occidental, no cerró los ojos. Estuvo atenta al accionar del encuentro que enfrentó al Cúcuta Deportivo contra Barranquilla. Los muchachos visitantes salieron del asombro por ese tanto madrugador y pusieron los pies sobre el gramado para igualar las cargas.
La derrota motilona en la fecha anterior (1 – 0) contra Real Santander alejó de los graderíos, en cierta cantidad, a los hinchas. En Oriental, la otrora tribuna del pueblo, solo se observa un puñado de seguidores rojinegros que, fieles a la tradición, se acomodan en el centro. Por fortuna, el clima les favoreció y no fueron mortificados por los rayos solares. La tarde fue benigna.
Los cucuteños tuvieron la oportunidad de ampliar el marcador, pero en el momento de definir no encontraron el tiro perfecto para perforar la portería arenosa. La insistencia no dio el resultado propuesto. Dos oportunidades malogradas y a correr para defender el arco.
William Mosquera, después de una jugada de conjunto, empató el partido. Aunque el escalofrío que recorre el cuerpo cuando hay gol en contra, no se sintió tanto por el estruendo de los bombos y los redoblantes que no descansan en Norte ni en Sur. Blanca Ester dijo de todo, manoteó y repartió madrazos. No se supo si eran para propios o para los extraños. 1 – 1.
Los brincos de los chicos barranquilleros y el triple salto mortal de Mosquera quedaron rápido en el olvido cucuteño. Cristian Álvarez se encargó de borrarles la alegría de la cara y los devolvió a la realidad. El 10 asumió la responsabilidad del goleador. Blanca rezó y repartió bendiciones. Las cruces quedaron en el aire del General. 2 – 1.
Y así se fueron a descansar. Los técnicos debieron repasar el libreto trabajado durante la semana, reconvenir a los culpables de los errores que terminaron en goles y reanimar a los jugadores para que salieran a sudar la camiseta, antes de que los de la Banda les pidan que ‘pongan huevos’.
Los primeros minutos de la segunda parte daban para pensar que las emociones deberían guardarse para la siguiente fecha como locales. Sin embargo, llegó el doblete de Cristian Álvarez. Jugada preparada en los entrenamientos. Tiro libre. Un toque para acá y lanzamiento a la portería. Gol de tablero. 3 – 1.
Llegaron los cambios. Salieron quienes daban muestras de cansancio e ingresaron aquellos que cumplirían la misión de cerrar el partido, cuidar el marcador y asegurar los tres puntos. Los goleadores obtuvieron los respectivos aplausos por el aporte y el esfuerzo.
Kevin Quejada recibió el aval del profesor Bernardo Redín y entró como remplazo. Pocos minutos después aprovechó uno de esos momentos de incertidumbre que se viven en la zona chica y marcó el cuarto gol. A estas alturas, Blanca Ester presentaba alteraciones en la voz y sufría cambios en el tono y el volumen de las palabras. No se entendieron las oraciones. 4 – 1.
Cúcuta Deportivo cumplió con la fecha 10 del Torneo Dimayor. Acumula 20 puntos, porque ha ganado 6 partidos, ha empatado 2 y ha perdido 2. El próximo rival será Jaguares. Barranquilla es el último de la tabla. Solo ha ganado un encuentro, ha empatado otro y perdidos los demás.
Blanca Ester siempre luce la camiseta rojinegra, carga el radio para escuchar las emisoras preferidas y lleva el cojín para evitar la rigidez del cemento. Ayer, vio cuatro goles cucuteños, el del visitante no cuenta, y regresó a casa feliz. ¿Hasta cuándo? Qué importa, se ganó y punto.
RAFAEL ANTONIO PABÓN