CÚCUTA.- Esther, como tiene la costumbre hace medio siglo, este sábado se preparó física y mentalmente para asistir al estadio General Santander. Descolgó la camiseta bicolor y buscó el cojín con el que amortigua las horas que permanece sentada, ahora, en Occidental. Casi siempre disfrutó los partidos, primero en Sol y luego en Oriental.
3:00 de la tarde en punto. El deber espiritual llama y no hay distracción alguna que impida cumplir con ese compromiso que le llena el alma y la reconforta con Dios. Sola o acompañada, a esa hora, reza la Coronilla, con fe, y la complementa con el Salmo 91. En esta ocasión oró por la paz mundial y pidió un deseo especial, que el Cúcuta Deportivo se quedara con los tres puntos que disputaría con Atlético FC.
Los aficionados cucuteños están acostumbrándose a llegar al límite del tiempo al estadio. En las horas previas al encuentro no se ven filas en las entradas. Adentro, los graderíos están desocupados y aparecen las hipótesis del porqué no hay la cantidad de espectadores que se pensaría, teniendo en cuenta que el once motilón es primero en la tabla.
Entre las conjeturas está la falta de conocimiento de los hinchas por el rival. El equipo, presidido por Gustavo Moreno Arango y con sede en Cali, no tiene en la nómina a un integrante que despierte interés. Es una especie de laboratorio para mostrar deportistas y aspirar a que uno destaque en el ámbito local, sea llamado por los grandes de la A y de ahí derecho para el exterior.
Otra consideración es que no se ha recuperado la confianza en los directivos motilones. En la mente de los que compran la boleta (o abonos) permanece el recuerdo del Torneo II del 2022. Un poco de esfuerzo y el cuadro rojinegro habría llegado a los octogonales. Se culpa, de manera directa y sin chanfle, al accionista mayoritario. Eso es lo que se escucha en las tribunas.
Una más, es que los precios no se compadecen con el espectáculo. Los boletos están costosos. El hijo compra el abono en Oriental ($ 150.000), pero debe tener con quién hablar acerca del partido. Entonces, adquiere el abono del papá ($ 150.000). A esta suma ($ 300.000) se agregan los refrescos (agua: $ 5000), un alimento (bofe: $ 3000), servicio de baño ($1000), todo multiplicado por dos. Y el que va a Occidental ($ 175.000) con la mamá y la esposa ($ 525.000), y le da por tomarse un par de cervezas ($ 5000 cada una).
El vendaje. Hay desmotivación, porque solo se tenía derecho a ver un partido de Copa Colombia. Once Caldas vino y perdió (3 – 1). Habrá nueva fase y será contra Atlético Quindío, el 30 de marzo, a las 3:30 de la tarde. Y el reclamo es ¿por qué no dar a mitad de precio la boleta para los abonados? Serían ingresos extras para las arcas motilonas y eso, seguro, hará requetefeliz, feliz, al gerente Silva Meluk (el acento paisa lo ponen ustedes).
A medida que se consumen los minutos para escuchar el pitido inicial comienzan a formarse las colas con los respectivos afanes para ingresar. Adentro, se ve movimiento. Los contendientes desfilan por la otrora pista atlética y se aprestan para salir a la cancha, escuchar los himnos, posar para la foto de rigor y comenzar a jugar. En esta ocasión no hubo reconocimientos. Ni entrega de placas. Tampoco saque de honor.
María Daza es la designada como cuarta juez. En otro partido, el turno le correspondió a Laury Guerrero. Esta es una muestra de que el arbitraje dejó de ser masculino en Norte de Santander. Los directivos debieron aprovechar este hecho para homenajearlas, teniendo en cuenta que se acerca el 8 de marzo (Día Internacional de la Mujer). Pildorita para la memoria.
La primera media hora transcurrió con normalidad en el campo de juego. No así en Occidental, donde los presentes se preguntaban ¿por qué Stalin Motta está ahí, una grada más abajo? Respuestas: Lucas pasa por buen momento futbolístico; está lesionado; Redín lo quiere llevar poco a poco; el técnico no lo quiere exponer delante de la jauría motilona; lo mandaron a la tribuna para que se tome fotos con los aficionados. Todas las anteriores.
Minuto 27. El analista arbitral levanta el brazo derecho y reclama penal a favor del Cúcuta. El central parece oírlo y señala la falta. Jonathan Agudelo toma el balón, lo acomoda, le dice un secreto y se va hacia atrás. Carrera en diagonal, disparo al arco y ‘goleador, goleador, Agudelo, goleador’. 1 – 0.
De ahí en adelante se vivieron los mejores cinco minutos para los motilones. Minuto 32. Ríos por la derecha (de Norte a Sur), centro, salto de Jefry Zapata, cabezazo y gol. 2 – 0. Éxtasis en el General. Se avizoraba goleada.
Despertaron los muchachos de Atlético. Querían demostrar que no vinieron de paseo y que no perderían el tercer partido en el Torneo. A pesar de estar en la casilla 11 de la tabla no se rindieron, así tuvieran al líder frente a ellos. Minuto 42. Nelson Mosorongo marcó el gol del partido. De fuera del área, tiro al arco, curva y el portero argentino quedó colgado. 2 – 1.
Lo demás fue de trámite en la cancha, sufrimiento en Occidental y Oriental, cánticos en Norte y bailes en Sur. Los últimos 10 minutos fueron los peores del partido para el Cúcuta Deportivo.
Esther estaba satisfecha. Sumó otro triunfo a las largas jornadas vividas en el General. Miró al cielo, agradeció por los tres puntos que ponen al Cúcuta con 13 en la tabla, invicto en el Torneo y listo para visitar a Fortaleza, este miércoles. Seguro, a las 3:00 de la tarde, del 8 de marzo, rezará la Coronilla y encomendará a los motilones. Toda ayuda es válida, y más si es divina.
No faltará el aguafiestas que diga:
- Claro, va primero, porque solo ha enfrentado equipos chicos. Esperen que vengan Cortuluá, Cartagena, Patriotas y Quindío que lo siguen en la clasificación.
RAFAEL ANTONIO PABÓN