El cine es un factor importante de cultura y de expresión artística que motiva, sensibiliza, captura y, en definitiva, forma e informa sobre aquellas situaciones y elementos que hacen parte de la realidad del ser humano. En Cúcuta hay programas que ofrecen oportunidades para el desarrollo de proyectos audiovisuales, cooperación que en muchos casos no logra consolidar las iniciativas propuestas.
En Colombia el cine no es rentable como industria, lo que ha impedido que exista continuidad en la producción. Hacerlo resulta costoso. Los países con mayores productos audiovisuales han estructurado una cadena industrial en la que los eslabones que invierten tienen la oportunidad de obtener ganancias.
La Ley del Cine (814 del 2003) fomenta la actividad cinematográfica por medio del cobro de impuestos a distribuidores, exhibidores y productores. A partir de ese momento ocurrió el renacimiento del séptimo arte y la más clara posibilidad en la historia de tener una industria consolidada.
Antes de la norma los estrenos cinematográficos, entre 1993 y 2003, tenían en promedio de 2 a 3 por año. Desde el periodo siguiente a la aprobación de la ley la cifra ha aumentado de 8 a 13 películas anuales. El 2008, destacó por la mayor producción de largometrajes. Entre los taquilleros están Paraíso Travel, de Simón Brand; Perro Come Perro, de Carlos Moreno, y La Milagrosa, de Rafael Lara.
Hace un par de años, hablar de cine en Cúcuta sonaba tan utópico como hablar de paz mundial. Desde el 2009, empezaron a promoverse expresiones culturales como La Feria de Libro, El Festival de Música del Banco de la República y el Consejo Departamental de Cine, espacio que no representa ni fomenta el gremio, afirmó Alfredo Rubio, crítico de cine.
Lograr en la ciudad la ejecución de un proyecto audiovisual, cortometrajes, documentales o películas requiere de la asociación del grupo interesado. Aunque existan programas, estrategias y convocatorias para la producción y proyección del material fílmico, son procesos demorados, agotadores e insuficientes.
El escaso crédito aprobado y la lentitud administrativa demuestran que se trata de medidas coyunturales al alcance de pocos. “Lo que hay son ayudas selectivas que obstaculizan la libertad de expresión de los artistas que tienen buenos proyectos, pero la oportunidad es negada”, manifestó Josué Jaramillo, director del Festival Envidearte.
Desde que se inventó el cinematógrafo (1895), en la capital de Norte de Santander no había una obra fílmica que representara a la región en el país y en el extranjero. La PiSina se convirtió en la primera película producida en la ciudad. “La hicimos con las uñas, el único apoyo que recibimos de las instituciones promotoras de cultura fue la autorización para filmar en lugares públicos”, expresó Gustavo Contreras, productor del cortometraje. Este filme de bajo presupuesto logró ejecutarse por iniciativa de artistas plásticos, productores audiovisuales, comunicadores sociales e interesados en el séptimo arte.
En el país hay dos mecanismos de fomento para proyectos audiovisuales, el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y el otorgamiento de estímulos tributarios para inversores y donaciones. Estos no han sido suficientes para desarrollar el sector y promover toda la cadena de producción debido a la ausencia de recursos.
Las dificultades económicas acentúan el interrogante sobre el papel del Estado frente a las diferentes formas de expresión cultural y la determinación de prioridades en la distribución de los fondos que reserva a la cultura. “La intervención del Gobierno es indispensable para promover la difusión de las películas en los campos local, nacional e internacional, pero en condiciones de crisis no es fácil el proceso”, afirmó Eduardo Durán, funcionario de la Secretaría de Cultura del Municipio.
El arte no existe hasta que es percibido. Para el cine, esto implica la existencia de salas. En Colombia hay 376, el 4% está en Cúcuta. Proyectan películas comerciales y en la mayoría extranjeras, que limitan la exhibición de largometrajes nacionales independientes.
Los proyectos cinematográficos son presentados en espacios independientes como el Festival Envidearte, único en la ciudad, y cineclubes en la Universidad Francisco de Paula Santander y en la Torre del Reloj. Escenarios producto del esfuerzo de interesados en utilizar el arte más allá de lo comercial, para incentivar el pensamiento crítico en la sociedad.
El nivel de aceptación del cine es innegable al ser un recurso de aprendizaje, una manifestación sociocultural y la plataforma artística de análisis social. Promover, divulgar y proteger el séptimo arte como Patrimonio Cultural del Municipio debe consolidarse como política que busque el desarrollo de la imaginación y del ejercicio del raciocinio.
El cine no puede prescindir de la ayuda del Estado. La opinión general es que el apoyo de este es necesario si quiere el cine subsistir como expresión cultural de la nación. Queda la cuestión de la modalidad de esta intervención.
ANDREA PINTO y
LOREINIS MEJIA
Estudiantes de Quinto Semestre
Comunicación Social- Uniamplona
Campus de Villa del Rosario
Fotos: LEONARDO PARRA