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El gobierno local, hace dos años y medio, respaldó a la Asociación y le entregó 1800 plantas. En el 2023, la Gobernación apoyó con otras 4000 plantas y le permitió meterse en el cuento a un nuevo grupo de productores. / Fotos: contraluzcucuta

EMPRENDIMIENTO RURAL. La proyección es exportar los productos desde Chinácota

CHINÁCOTA – Norte de Santander.-  Un día, en Chinácota, algunos cultivadores de limón Tahití se pusieron de acuerdo para darle otra cara al cítrico y pensaron en transformarlo. Empezaron sin saber que a la gente le gustaría. Lo hicieron ‘por si de pronto’ la pegaban en el mercado. Al dar la degustación de las conchitas aguardaban gestos de desaprobación por lo amargas. No fue así. A cambio, recibieron buenos comentarios.

Desde ese momento han transcurrido varios años. Hoy, están organizados en la Asociación de Productores de Limón Tahití de Chinácota (Asoprolichi), de la que nació Agroindustria. Este grupo es el que transforma el limón en dulces, postres, jabones, velas, vinos, aguardiente, helados, refrescos, bebidas calientes con hierbas y zumo.

Elisa Villamizar preside la Asociación y dijo que la entidad surgió del querer producir más limón. “Teníamos unas plantas en la vereda Cuéllar. Eran cinco productores. La idea de darlo a conocer era para que se propagara el limón que no había”.

Llevó la experiencia vivida en Santander, donde vio grandes cultivos, para aprovechar el clima apto para producir cítricos. Luego, presentaron el proyecto a la Alcaldía y en los despachos oficiales atendieron el asunto. El gobierno local, hace dos años y medio, respaldó a la Asociación y le entregó 1800 plantas.

En el 2023, la Gobernación apoyó con otras 4000 plantas y le permitió meterse en el cuento a un nuevo grupo de productores. Ahora, tienen siete meses con la plantación de limón.

Veinte familias, distribuidas en 15 fincas de Chinácota, cultivan limón Tahití. Nohemí Devia es la tesorera de la Asociación y enumeró, entre otras, las veredas Cuéllar, Caney, Lobatica, Palo Colorado y Urengue Rujas donde trabajan con este fruto. “Las que no están incluidas es porque los pisos térmicos no son aptos”. La altura ideal es de 1200 metros sobre el nivel del mar.

Cuando llevan el fruto al mercado, el limón amarillo o el que no tiene la calidad lo devuelven a la finca y lo transforman. La concha la aprovechan para el dulce y los deshidratados; también, elaboran chocolates rellenos con la ralladura del limón. El jabón, por ahora, es para consumo doméstico. Aprovechan los restos de los dulces para este producto.

“La idea es seguir creciendo. La Alcaldía ha ayudado con un deshidratador y el aporte de un ingeniero agroindustrial. La secretaría de Agricultura ofrece capacitación”, dijo Nohemí. El Sena y Asofrucol les han permitido crecer en conocimientos. “Aunque falta mucho, pero ahí vamos”.

La proyección es exportar los productos. Por ahora, solo han estado en ferias locales. La estrella es el zumo. Tratan que nada se pierda. “Nos hemos capacitado en cultivos, en abonos, en plantaciones, en podas, en recolección. Tenemos inicio, desarrollo y producción de abonos orgánicos”, dijo Elisa.

RAFAEL ANTONIO PABÓN

rafaelpabon58@hotmail.com

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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