Por: WENCITH GUZMÁN GUTIÉRREZ
El castigo no es un acto agresivo ni violento contra nadie, el castigo también es un gesto afectivo pero asertivo y contundente cuando hay equivocación. Por no castigar a tiempo la familia está como está y por ende la sociedad es el reflejo de ésta. Muchos, entrados en años, expresan con plena convicción y sin ningún resentimiento que “a mí me castigaron duro, y no estoy traumatizado”, haciendo alusión a las teorías provenientes de la Psicología que manifiestan los daños causados a una persona cuando se le castiga, pero que desconocen el mal hecho por quienes no son castigados oportunamente.
En el siglo XVIII, antes de la Revolución francesa, Juan Bautista De La Salle escribió en la “Guía de las Escuelas cristianas”, algunas condiciones de las cuales debería ir acompañado un castigo para que fuera provechoso. Dice al respecto del castigo, que éste debe ser:
- “Puro y desinteresado, es decir, se ha de imponer exclusivamente por amor y sin ningún deseo de venganza personal, pues el maestro no ha de tenerse en consideración a sí mismo para nada”.
- “Caritativo, es decir, que debe imponerse por motivo de pura caridad hacia el alumno que lo recibe y por la salvación de su alma”.
- “Justo, por lo cual, antes, se debe examinar si el motivo por el cual el maestro castiga a un alumno es realmente una falta, y si ésta merece tal castigo”.
- 4. “Adecuado y proporcionado a la falta por la que se impone, es decir, que debe guardar proporción con la falta, tanto en lo que se refiere a la calidad, como a la cantidad; así como existe diferencia entre la falta cometida por malicia o por obstinación y la falta cometida por debilidad, así también debe haber diferencia entre los castigos con que se sancionan”.
- “Moderado, es decir, que debe ser más bien menos duro que demasiado rudo, y encontrar el justo medio; y que tampoco se imponga con precipitación”.
- 6. “Sosegado, de manera que quien lo imparte no se sienta en absoluto movido por la cólera, sino que se domine totalmente; y que aquel a quien se le impone, lo reciba de manera sosegada, con tranquilidad de espíritu y compostura exterior. Es preciso, incluso, que quien castiga tenga sumo cuidado de no hacer nada que permita notar que está enfadado; para ello, cuando se sienta alterado, será muy conveniente diferir el castigo por algún tiempo, para no hacer nada de lo que tenga que arrepentirse más tarde”.
- “Prudente por parte del Maestro, que debe cuidar de manera exquisita lo que hace, para no realizar nada inconveniente, y que pueda tener malas consecuencias”.
- “Voluntario y aceptado por el alumno; así se ha de procurar que lo acepte libremente, haciéndolo reconocer que lo merece, explicándole la gravedad de su falta, la obligación que tiene de repararla, y el serio perjuicio que se causa a sí mismo y el que puede ocasionar a sus compañeros con su mal ejemplo”.
- “Respetuoso por parte del alumno, que ha de recibirlo con sumisión y respeto, como recibiría un castigo que Dios mismo le impusiera”.
10. “Silencioso, primero por parte del Maestro, que no debe hablar, por lo menos en voz alta, en ese tiempo; segundo, por parte del alumno, que no debe decir ni una palabra, ni gritar ni hacer ningún ruido”.
Para San Juan Bautista De La Salle, el último recurso era el castigo, por eso cuidaba tanto de su aplicación. Nosotros estamos en otros tiempos, pero donde se necesita hacer mayores correcciones a los estudiantes, pues son más propensos a cometer faltas. Recuerde que el castigo no es violencia, no es agresión, es un recurso creativo para que la Educación funcione y funcione bien y así salgamos bien librados de las acusaciones posteriores que alguien nos pueda hacer por no haber castigado a tiempo ciertas faltas que lo requieren inapelablemente.
La Salle publicó la “Guía de la Escuelas Cristianas” en 1720; en 1975 Michael Foucault publicó “Vigilar y castigar”. La primera fue publicada antes de la Revolución francesa, la segunda posterior a ella. La segunda pone de relieve el nacimiento de la prisión como alternativa a la no ejecución del infractor. La primera habla del castigo en los términos que Foucault lo considera, después de los derechos del hombre; La Salle anticipa los Derechos del Hombre de 1798 y los Derechos del niño de 1959. ¿Hasta dónde tiene Foucault influencia Lasallista en su libro “vigilar y castigar”?
Igual que los premios se pueden usar pero no excederse , aunque, lo mejor sería la conciliación a través del diálogo logrando modificar la conducta .