CÚCUTA.- Jairo Eslava es productor cafetero en Gramalote. Lleva las muestras del producto en un morral para ofrecerlo y venderlo. En una parcela de 16 hectáreas cultivan el grano, que comercialmente dieron en llamar Café el Alto Colombiano y puerta a puerta quieren introducirlo en el marcado cucuteño.
Mientras acomoda las bolsas de media y una libra habla de la calidad, conseguida por la utilización de abono orgánico. La pulpa del café y el estiércol de cerdos y ganado son mezclados en lombrizarios, para luego llevarlo a los cultivos. De esa manera evitan la compra de material que contiene químicos.
No venden el fruto a la Federación, porque no les resulta provechoso económicamente. Hacen el proceso en la finca, trillan y mandan el producto a una tostadora autorizada, luego lo sacan a la venta con buena presentación, buen sabor, buen olor y buen aroma.
- Nuestro café está catalogado con sabor a panela y cítricos, porque se cultiva junto con la caña, naranjos, mandarinas y limones. Ese es el sabor que arrojó en el análisis.
En una finca, ubicada en el alto de Lourdes, a la orilla de carretera, tienen 35.000 matas de café. En otra, llamada La Conga, tienen 15.000 matas. Para el cuidado de esos predios cuentan con obreros a los que deben pagarles jornales diarios de $ 50.000 y la Federación solo les ofrece $ 10.000 por kilo de grano.
Así, el negocio no es rentable. Por eso tomaron la iniciativa de constituirse en empresa, inscribirse en la Cámara de Comercio y visitar cafeterías para presentar las muestras elegantemente empacadas. No tienen nada qué envidiarles a las marcas establecidas hace años en el comercio local.
Otra manera de llegar al público es mediante los mercados campesinos. Estas congregaciones de agricultores y ganaderos sirven para la búsqueda de clientela. Los compradores ven las promociones y les ha ido bien. Están a la espera de la reiniciación de estas actividades para hacer presencia y llegar a más hogares nortesantandereanos.
La empresa nació de la necesidad de obtener mejores ganancias y aprovechar el esfuerzo de los cultivadores. Una ingeniera pecuaria y tecnóloga en especies menores está al frente de la producción para garantizar que la calidad sea mejor a la de la competencia.
En los centros comerciales Oití, Palacio Rojo y Alejandría, especialmente, se ha llevado el producto. Los consumidores han dado buenos conceptos.
- Así se va haciendo la venta, poco a poco. Es difícil. Eso no es de un día para otro.
También, se han atrevido a pasar las fronteras y han llegado a Estados Unidos y Chile por intermedio de amigos que llevan las muestras y la esperanza es que la marca sea reconocida para crecer en el negocio.
RAFAEL ANTONIO PABÓN