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“Dentro de dos años presidiré este acto”: Chávez

CARACAS.- Como periodista activo en un medio de comunicación  fui uno  de los muchos venezolanos que tuvo comunicación directa con el presidente Hugo Chávez en numerosas oportunidades, en las que traté de “sacarle” lo que podría ser noticia en cada momento.

Ayer, avanzada la tarde, cuando me hallaba en la funeraria Vallés, en La Florida, acompañando a familiares y amigos de un colega de la fotografía de El Universal, Enio Perdomo, a quien conocía desde 1967 y la muerte lo sorprendió en plena redacción a los 77 años, llegó a mi celular la noticia más importante de los últimos años: Murió, decía un mensaje de texto de una colega que está en la FFAANN. Entró otro, ‘murió Chávez’, indicaba un twitter de El Mundo de la Cadena Capriles, enseguida el de mi hija Paula.

La funeraria quedó sola. La mayoría eran reporteros gráficos y se fueron a sus periódicos ante la  noticia “en pleno desarrollo”. La red se saturó de inmediato y no había comunicación de ningún tipo. Eduardo Orozco, quien me acompañaba, me dijo: “vámonos Zambrano”.

La ciudad se fue trancando con el tráfico automotor. Entretanto, la gente salía a paso acelerado de sus trabajos. Una inmensa cantidad de negocios cerró de inmediato. En las panaderías se notaban fuertes colas desde la calle intentando comprar pan, leche y refrescos. Después de dos horas y media de intensa cola, Eduardo me dejó en mi casa.

Empecé a recordar la tarde del 4 de febrero, cuando estuve en la sede del Ministerio de la Defensa, en Fuerte Tiuna,  donde Chávez, rendido, le habló al país y pronunció ese “Por ahora”. Nunca fui a Yare, pues el trabajo de tratar de entrevistarlo se lo dejaban a las colegas que siempre se mostraban deseosas de hacerlo.

A Chávez, al salir en libertad y comenzar su contacto con los venezolanos de pueblo en pueblo, lo atendí no menos de cinco veces en la Planta Baja de la Torre de La Prensa. Allí llegaba generalmente los viernes o domingos por la tarde a declarar contra lo que consideraba injusto. Los colegas le sacaban el cuerpo, primero porque se estaban yendo y luego porque no generaba noticias publicables.

Una tarde, el director Héctor Collins me dijo “arranca para Maiquetía con un fotógrafo. Chávez se va de viaje. Averigua para dónde”. Lo agarré cuando iba a pasar el torniquete y medio sorprendido me dijo: “Voy para Cuba, quién sabe qué dirá el gobierno mañana”. Fue la vez que Fidel lo recibió con honores al bajar del avión.

Siendo candidato presidencial le pidió una reunión a Fedecámaras y llegó con Juan Barreto a la cita. No nos permitieron entrar a ese encuentro, pero al final todos salieron sonrientes y complacidos.

El último año del gobierno de Caldera, en un acto de aniversario de La Batalla de Carabobo, en el Campo de Carabobo, en Valencia, a eso de las 11:00 de la mañana notamos un revuelo de la Casa Militar. El general Rojas Pérez, yerno de Caldera, nos mandó a decir con un teniente que había llegado Chávez y que lo iban a dejar tranquilo. Una vez culminado el acto, Hugo Chávez, luciendo un liquilique gris o azulado, declaró y al final dijo “dentro de dos años yo presidiré este acto, ténganlo por seguro”.

Así fue. Hubo elecciones y el CNE reconoció el triunfo de Hugo Chávez. El resto de la historia es pública y todos la conocemos. Yo cubría Miraflores para el Diario del Mundo, desde el inicio del gobierno de Caldera. Llegó al fin Chávez al Palacio de Misia Jacinta. Completa apertura comunicacional. Chávez salía casi todas las tardes y se sentaba algunas veces en la escalera que da acceso al salón de prensa. Otras, en los mullidos sofás. Allí contaba lo ocurrido durante buena parte del día. Lo rodeábamos, las mujeres siempre las más próximas. Nos decía a quiénes había recibido, qué le pedían. Revelaba parte del itinerario del día siguiente. Daba una que otra noticia. Llamaba a Martín Pacheco para que nos buscara café y cachitos.

Siempre soltaba un detallito del evento de conspiración contra el gobierno de turno. Invitó a la iglesia y a los pocos días hubo el primer desencuentro con los jerarcas católicos. Comenzó a pelear con Fedecámaras, pero seguía la amistad con los periodistas que cubríamos palacio.  Nos preguntaba cómo se portaban nuestros directores o dueños de medios. Era una completa luna de miel.

Una tarde, en la redacción, veo venir  hacia mí a Teodoro Petkoff y percibí que hablaba con Martín Pacheco. Palabras menos, palabras más, Teodoro le dijo: “Mira, Martín, dile a Hugo que le agradezco la invitación, pero no puedo dejar el periódico. Te pongo a Zambrano para que vaya. Él es el que cubre la fuente”.

Fueron 27 días de visita por países asiáticos. Toques técnicos en  Golfo Pérsico, La india, Alemania, territorio Oriental Ruso en límites con Alaska, e Indianápolis en Estados Unidos y  París.  Fueron días cercanos con el jefe de Estado. Presenciamos la apoteósica recibida que le brindó la Alcaldía de Shangai. El Histórico saludo al emperador Hirohito del Japón, la visita a la tumba de  Mao,  el enérgico recorrido por la muralla china, las ruedas de negocios con empresarios de esos países. Los primeros acuerdos bilaterales con China, Corea del Sur,  Indonesia, Filipinas, Japón, Hong Kong, etcétera.

En Pekín se registraron los primeros desacuerdos con Fedecámaras y los empresarios iniciaron el éxodo de regreso peleados con el Comandante, pues no estaban de acuerdo en que Chávez, en cada reunión con empresarios foráneos con quienes se suponía alianzas para la inversión, hablara mal  del país destacando que  no había seguridad jurídica porque adecos y copeyanos lo habían destruido todo.

En ese viaje y en el gigantesco avión, iba un conjunto de música venezolana, la destacada  cocinera Helena Ibarra, unas 500 hallacas como plato típico para que degustaran personajes de esos pueblos, tanto ron y tanta cerveza como dos camiones 350 con la misma finalidad. En la cola de la aeronave viajaba una docena de militares bien entrenados como escoltas, con cajas de municiones y granadas. Así mismo, un médico de descendencia china.

En resumen, fue la primera experiencia de contacto internacional en materia de acuerdos que tuvo Chávez con los Tigres Asiáticos. Muchos acuerdos aún siguen, otros murieron. No hubo seguimiento. El pueblo chavista hoy  llora su ausencia, deja un vacío difícil de llenar por sus más cercanos colaboradores. Debemos sumar esfuerzos porque reinen la paz y el entendimiento, y el país se dirija por la senda del desarrollo y la convivencia de todos los hijos de esta hermosa Venezuela. Paz a sus restos. Un abrazo a todos.

LUIS ZAMBRANO

Vía Prensa CNP Caracas

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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