CÚCUTA.- Millares de bombillos se prendieron la noche del 7 de diciembre, en Cúcuta, para dar inicio formal a la temporada de fin de año. Los mayores atractivos luminosos están en El Malecón y la glorieta del barrio Claret, en la Ciudadela Juan Atalaya.
El árbol gigante que se levanta en la calle 15 con avenida Los Libertadores enmarca la tradición navideña. Cientos de adultos y niños visitaron el lugar para tomarse fotografías y guardar el recuerdo de ese momento especial del 2011.
Junto al símbolo de las fiestas decembrinas hay numerosas figuras iluminadas que simulan un zoológico, acompañadas de casas que permiten imaginar un pueblito. En lo más alto del sitio un caballo alado despierta curiosidad y hace elevar los ojos al cielo para agradecer por la naturaleza. Hongos, pozos de la dicha y otras imágenes complementan el escenario.
La puesta en funcionamiento de esta alegoría colorida provoca atascos vehiculares en la avenida. Los conductores transitan a velocidad lenta para no perderse el espectáculo y los peatones cruzan la vía sin mayor previsión, seguros de que no corren riesgo.
A los infaltables vendedores de recuerdos, alimentos y chucherías infantiles los acomodaron en un espacio espacial, mientras que los fotógrafos informales tienen licencia para pasearse sin contratiempos y ofrecer el servicio.
Kilómetros abajo, en el teatro Las Cascadas, el arreglo correspondió a Centrales Eléctricas. La belleza del trabajo es admirada por cucuteños y turistas que no pierden la ocasión para grabar o fotografiar el momento y guardarlo para el futuro.
En ese lugar la Policía presentó el Plan Navideño de Seguridad, con el objetivo de ofrecerle a la ciudadanía tranquilidad en estas fiestas, que comenzaron con la Noche de las Velitas.
El Puente de Guadua, el nuevo ícono cucuteño, epicentro de actividades culturales y de reuniones especiales, también tiene cara navideña. Las postales tendrán colorido.
El acto central del encendido de las luces se llevó a cabo en la glorieta del barrio Claret. La administración municipal descentralizó la actividad y la llevó a la periferia para darle participación a la comunidad de la Ciudadela Juan Atalaya.
En la totalidad de los barrios cucuteños se prendieron las velitas y en la mayoría se cumplió con las recomendaciones impartidas por las autoridades civiles y policiales de no quemar pólvora para evitar tragedias familiares.
El desacato a las sugerencias fue mínimo y se vieron pocos niños en la calle jugando con las tradicionales chispitas. En la primera fiesta de diciembre se echaron de menos las quemas de fuegos pirotécnicos patrocinados por una empresa de cerámica y por uno de los centros comerciales locales.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
Fotos: MARIO CAICEDO