MEDELLÍN — La predicción fue sorprendente incluso con el colapso de la economía venezolana: una inflación de un millón por ciento para finales del año, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
El FMI publicó sus estimaciones para crecimiento económico e inflación en América Latina. En Chile, se espera que la inflación ronde el 3 por ciento; en Perú, 3,7 por ciento. Pero Venezuela continúa despegándose de sus vecinos a un paso cada vez más rápido hacia la desintegración económica.
El producto interno bruto (PIB) real, el valor de los bienes y servicios producidos en la economía, que se ajustan por la inflación, podría caer en hasta 18 por ciento para este año, el tercero consecutivo en desplomarse en dos dígitos, según el FMI.
Y luego está la tasa inflacionaria. “Proyectamos que la inflación se disparará a un millón para fines de 2018, lo que indicaría que la situación de Venezuela es similar a la de Alemania en 1923 o Zimbabue a fines de la década de 2000“, indica el Fondo, en referencia a las dos peores crisis hiperinflacionarias de la historia.
Dado que el gobierno venezolano no da a conocer cifras oficiales, la proyección del Fondo es la que otorga un monto concreto para explicar la situación en la que ha caído el país suramericano, particularmente este año.
En las calles de Caracas, los precios se han disparado a niveles tan altos que muchos vendedores ahora se rehúsan a aceptar los billetes de bolívares, porque su valor se deprecia demasiado rápido. Algunos venezolanos acaudalados han adoptado alternativas como el Bitcoin. Comerciantes adivinan qué precio deberían cobrar por ciertos productos, los restaurantes cambian sus menús cada semana y el precio del dólar en el mercado negro ha alcanzado los 3,5 millones de bolívares.
La crisis inflacionaria se suma a la fuerte represión política encabezada por el presidente Nicolás Maduro, declarado ganador de una votación este año con lo que extiende su mandato hasta 2025. La falta de alimentos básicos y de medicina ha forzado a cientos de miles de personas a huir de sus hogares. Las autoridades en la vecina Colombia dijeron la semana pasada que hay unos 870.000 venezolanos en ese país.
En el reporte, el FMI atribuyó los problemas financieros del país al desplome en la producción petrolera y a “grandes desequilibrios macroeconómicos”. También previó un panorama desesperanzador para los meses venideros al indicar que los funcionarios profundizarán los déficits fiscales al imprimir más dinero sin que necesariamente haya el valor necesario detrás de los billetes, “lo cual seguirá alimentando la aceleración de la inflación”.
El gobierno venezolano acusa que los males en el país son causados por una “guerra económica” librada por Estados Unidos y por empresarios que supuestamente acaparan los bienes para aumentar sus precios.
Aunque la cifra de inflación de un millón por ciento es simbólica, la proyección del Fondo de que el país pronto empatará los peores episodios inflacionarios de la historia despertó alarmas.
“A estas alturas, el curso del Titanic va a un ángulo 270 grados alejado de donde debería estar”, dijo Daniel Lansberg Rodríguez, economista de la Facultad de Administración Kellogg de la Universidad Northwestern.
El periodo posterior a la Primera Guerra Mundial desplomó la economía de la República de Weimar en Alemania. Antes del conflicto, el dólar valía 4,2 marcos; para 1923 el tipo de cambio era de 4,2 billones de marcos por dólar. Con el tiempo Alemania remplazó su moneda y la logró estabilizar, pero millones de personas quedaron en la ruina.
Zimbabue vivió una suerte similar después de expropiaciones de tierras y la mano dura del expresidente Robert Mugabe precipitaron un colapso financiero. En determinado momento el país imprimió un billete de 100.000.000.000.000 dólares. El país después se deshizo también de esa moneda.
Pero Lansberg Rodríguez advirtió que Venezuela, quizá, sea menos exitosa al intentar reparar sus problemas monetarios debido a una historia de fracasos para remplazar el bolívar. Añadió que Zimbabue había estado en una mejor posición porque su economía estaba más diversificada que la venezolana.
“El nivel del caos en Venezuela vuelve mucho más difícil restaurar la confianza para poder salir de este ciclo”, dijo el analista.
NICHOLAS CASEY