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CÚCUTA.- Violeta es el nombre perfecto para una artista. Tiene 14 años, cursa octavo grado, es estudiante salesiana, quiere ser odontóloga o veterinaria. La timidez la esconde en los cuadros que pinta. No le gustan los ojos negros de los peluches que la acompañan en la noche, su madre es la mejor amiga y en su haber tiene un desamor.
Nació en un lugar del municipio y sus padres pertenecen a la zona rural de Cúcuta. Es consciente de que ha sido dispersa en el aprendizaje, por lo que no le va bien con las calificaciones y de amigos no habla, prefiere llamarlos compañeros. Tiene problemas con las matemáticas y achaca este choque a la manera de aprender, que es visual y las operaciones no lo son.
Ve una imagen y puede recrearla. Así trabaja los cuadros, en los que prefiere plasmar paisajes. De niña ha tenido el gusto por el arte y razones no le faltan. El bisabuelo lo hacía, el abuelo siguió la corriente y la madre lo entiende. La pintura es herencia y quiere convertirse en la lideresa de la cuarta generación. Esta vez sí con dedicación para explotar el talento que le han transmitido por años.
- Comencé en un curso. Pinté un cuadro y luego empecé a guiarme con mis técnicas y por imágenes. Ahí es cuando me inspiro.
No es de maquillaje o ropa de lujo, ni de elegancia y etiqueta. Prefiere la sencillez y la naturalidad. Si tiene que ponerse tacones, elige tenis. Asiste a clases de modelaje y todavía no le ha tomado el ritmo a la pasarela, aunque sabe que estas experiencias le servirán para cuando en el futuro decida ser actriz y protagonizar una telenovela o una película.
La Mona Lisa es el cuadro favorito. Y cuando no está en contacto con Leonardo Da Vinci, prefiere recrearse y analizar la obra de Pablo Picasso, especialmente La noche estrellada. Trabaja en lienzo, técnica que complementa con el papel para darles textura a los cuadros.
El negro, el azul y el blanco le generan paz y tranquilidad cuando está preparándose para la siguiente creación. En la colección suma un paisaje, un atardecer, un ave, un corazón dividido y pintado en rojo.
- Uno representa mi primera decepción amorosa. El primer amor fue mi mayor inspiración.
Al quedar superada esa etapa, y a tan temprana edad, regresaron a su alma la paz y el sosiego. El duelo estaba consumido. En clase, mientras el profesor explica la materia, aparecen las distracciones y para superarlas pinta bocetos en las páginas que deberían aparecer las lecciones del día. Los retratos no le salen bien y se queda con los paisajes.
En cuestión de tiempo dedicado a un cuadro no son días ni semanas. Veinticuatro horas son suficientes para expresar las emociones del momento. Eso sí, prefiere la serenidad de las noches y la ausencia de interrupciones caseras para trabajar. Alista los audífonos, prepara la música, ojalá reguetón o canciones en inglés, y se sienta a pintar en paz.
- Hay momentos en los que llegan pensamientos negativos y con la pintura me calmo.
Extraño. Violeta no está en las redes. Mantiene cierto desinterés por el mundo de las tecnologías. No sabe cómo manejarlas, no ha querido montar estados o historias. En medio de esa soledad aflora un desliz, quiere mostrar el trabajo en Facebook, WhatsApp, Tik Tok y las demás plataformas para que el mundo conozca del talento que posee.
No pinta por pintar, sino en acato a los sentimientos. La tristeza, la felicidad, el orgullo, la satisfacción, la honra, la dignidad, el pundonor, la altivez, la nostalgia, la alegría y la vanidad le servirán de inspiración.
La nostalgia es azul y la representa en un paisaje. La tranquilidad está trabajada en papel, con paciencia. La esperanza y la libertad están plasmadas en el primer cuadro, el que hizo a los 12 años. La luz es la que la transporta a un mundo de ensueño. El camino está representado cuando una puerta se cierra y otra se abre. Y termina con la ruptura, en el que aparece el corazón malherido acompañado por huesos. Otra libertad está encargada al ave.
Los personajes que reposan en el muñequero serán testigos de desvelos, sonrisas y lágrimas por lo plasmado en la tela. El primer cuadro está entre los favoritos, no lo ve perfecto.
El arte no es la única opción para la vida. Ha pensado en otras posibilidades, entre las que destacan la actuación, la veterinaria y la odontología. A los 11 años comenzó a planear la vida como adolescente y adulta. En la niñez amaba a los animales, por eso pensó en que podría dedicarse a esa ciencia médica. Las alergias la hicieron desistir. Y si faltaba algo, también tocó corno francés, instrumento de viento-metal, de carácter versátil y que abarca una tesitura amplia con pocos cilindros.
- Conociéndome bien, diría que sicología. Tengo mucha facilidad para la sicología y me gusta mucho saber lo de la mente.
En esta etapa en la que se encuentra Violeta Alejandra Porras Villamizar, la adolescencia, quiere hacerse a un espacio personal. Es cuidadosa con las pinturas, las guarda en el cuarto y las protege de las travesuras del hermano menor.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
