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El viernes fui con mi hermana, que también aprendió a vestirse de rojinegro, y con mi Nono, que es el alcahueta de mis quereres motilones, a ver la presentación del equipo. / Foto: CORTESÍA JUAN CAMILO CHAVERRA

CARTA AL PRESIDENTE CADENA. ¿Es cierto que los niños somos los futuros hinchas del Cúcuta Deportivo?

CÚCUTA.- Don José Augusto, le escribo desde Cúcuta, ciudad en la que usted también nació y en la que ha fortalecido su espíritu empresarial. Aunque nuestra diferencia de edades es amplia, nos unen varios gustos materiales que tenemos por la plata, usted la guarda en los bancos, yo en la alcancía; por los negocios, usted compra y vende equipos, yo sueño con otro juguete, y por el Cúcuta Deportivo, usted preside el club, yo ruego para que me lleven al estadio.

La fiebre rojinegra la conocí hace poco tiempo y en esos cortos meses aprendí a querer el equipo. Cuando juego en casa visto con orgullo el uniforme motilón y cuando pienso en que seré futbolista profesional expreso mi anhelo de servir al plantel fronterizo. No tengo otra intención, sino la de ser titular en el once de mi ciudad. Así en casa me pongan camisetas del Barcelona, Real Madrid y PSG lo mío es el Cúcuta Deportivo. Ojalá los dólares o los euros no me hagan cambiar de opinión.

Presi, el sábado en la noche estuve en el General. Quería ser testigo del regreso del equipo a la A. En el 2018, asistí a varios partidos, incluidos los que nos dieron el ascenso y el título de campeón. Ahí estuve, sentado juicioso en una de las sillas de Occidental. Comí paleta, palomitas, chicharrón y papas de las de bolsita. Solo tomé agua. No se imagina la alegría que me daba ver a Chaverra (mi amigo), Duarte, Braynner (el líder), Chica, Agudelo y los otros de los que no me aprendí los nombres.

Salté de emoción con cada gol anotado y disfrutaba cuando Pusineri impartía órdenes. A usted casi no lo vi, aunque escuchaba a los adultos decir ‘ahí va Cadena’. Bueno, y agregaban unas palabritas que por edad no puedo repetir. Los goles de los rivales me entristecían, pero no me hacían pensar en la derrota, porque mi Nono cuando me habla del General dice que en su lejana juventud lo llamaban ‘el fortín rojinegro’. Y en esta ocasión retomó ese calificativo.

Procuré portarme bien en el jardín y en casa para que el día del partido no me dejaran viéndolo por televisión. ¿Sabe una cosa don José? Eso en el televisor no es lo mismo que en las graderías del estadio. Los locutores a veces exageran y no cuentan la verdad. Defienden sus camisetas y no son imparciales. No me gusta quedarme solo frente a ese aparato frío y distante. No hay como escuchar a los mayores rabiosos con el juez y diciéndole ‘árbitro, dele correa’. En casa la única que grita es mi mamá para que le alcance un vaso de agua.

Señor Cadena, para el primer encuentro contra Águilas estaba nervioso. La salida de algunos jugadores y la llegada de otros me tenían con el corazón acelerado. El viernes fui con mi hermana, que también aprendió a vestirse de rojinegro, y con mi Nono, que es el alcahueta de mis quereres motilones, a ver la presentación del equipo. Me gustaron los uniformes y el bolso. Para eso es que guardo monedas en la alcancía, para un día comprar la camiseta original y llevarla al General y desfilar con los futbolistas y posar para la foto. Sé que ese sueño se cumplirá pronto.

De este partido le comento, Presi, aquí entre nos, que los primeros minutos no los vi, porque casi no me dejan entrar. La señorita de la portería dijo que estaba prohibido el ingreso a niños menores de 6 años, y le echó la culpa a la Policía. No creo que el coronel Barrera haya dado semejante orden. Tampoco creo que haya sido usted. Menos el alcalde Rojas Ayala ni el gobernador Villamizar Laguado. Eso me puso mal y no disfruté el primer gol de Miranda. Tenía miedo de que un agente me sacara o que peleara con mi Nono. Gracias a Dios no ocurrió nada de eso.

Los otros dos tantos de Agudelo me devolvieron el alma. La atajada de Chaverra, en el minuto final, fue lo máximo. A los muchachos los vi lentos, como todavía con el peso de las vacaciones en los pies. Estoy seguro de que mejorarán, no lo dudo y serán muchas las victorias que viviremos en el General. Aunque me asalta una duda. ¿Será cierto que no me van a dejar entrar más, porque soy un niño?

La verdad, vería frustrados mis sueños. Le cuento, don José, el año pasado en el jardín les hablaba a mis amigos del Cúcuta Deportivo y aprendieron algunos nombres porque se los repetía. Ahora, en el colegio, qué voy a comentar si no me dejan entrar. Presidente, si es cierto que los niños somos los futuros hinchas del Cúcuta Deportivo no me deje por fuera. Una orden suya bastará para que siga como fiel a la camiseta. Y no se preocupe, porque mi Nono no nos suelta de la mano.

Su digno servidor,

SAMUEL YAMIT PABÓN

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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