Entrevista a Juan Carlos Díaz, ‘El Nene’.
Al profesor Juan Carlos Díaz, ‘El Nene’, la afición cucuteña le guarda especial estima por lo que significó para el once rojinegro entre 1991 y 1993, como el motor, el generador de ideas y el organizador en el medio campo. El colombo-argentino pasó por Bucaramanga, Millonarios y Medellín. Regresó a la ciudad en 1995, momento en el que decidió retirarse del fútbol profesional. Con la camiseta rojinegra cantó el gol 100 en el balompié colombiano. En el banco técnico acompañó al uruguayo Sergio Santín, en 1996, y alzó la copa como campeón de la categoría B.
La experiencia como entrenador la inició en las divisiones inferiores de El Porvenir. Saltó al torneo argentino de ascenso con Los Andes, Deportivo Italiano y Sarmiento de Junín. Llegó a Venezuela para trabajar con el Unión Atlético San Antonio del Táchira, y alcanzó el título de Ascenso.
Nació en Temperley, provincia de Buenos Aires, el 10 de septiembre de 1957. Hijo de Juan Carlos Díaz y Ana Rosa Torres.
¿Cuándo empezó a jugar fútbol?
Desde que tengo uso de razón. Después, uno analiza alguna posibilidad de hacerlo profesionalmente. Inicié en Los Andes (equipo argentino de la Primera B. Tenía 15 años.
¿Qué día y contra cuál equipo debutó?
El 22 de mayo de 1976, contra Flandria, de segunda división.
¿Jugó en la primera división del futbol argentino antes de venir a Colombia?
No tuve la suerte de jugar en la primera división en argentina, fue una de las asignaturas pendientes que me quedó.
¿Quién lo trajo a Colombia?
Pertenecía a Los Andes, mi pase era de ellos. Fue Bucaramanga con una gente que manejaba el club y me compraron. Invirtieron un dinero en la contratación mía.
¿Cuándo debutó con Bucaramanga?
La fecha exacta no la tengo, pero fue contra Tolima (0-0) en cancha de Bucaramanga. Creo que habrán sido los primeros días de septiembre o finales de agosto. Llegué a Colombia el 24 de agosto de 1981 y creo que a la semana debuté.
¿De ahí se da el paso a Millonarios?
De ahí a Millonarios, en enero de 1985. Comencé con Millonarios y luego pasé a Medellín, en 1989. Estuve un año y seguía perteneciendo a Millonarios. Como hasta final de mi carrera siempre la ficha fue de Millonarios.
¿Qué le dejó el fútbol como jugador?
Un montón de amigos, el privilegio de haber sido jugador profesional, digo que es un privilegio y tengo ese privilegio de estar trabajando con el fútbol profesional y un montón de cosas lindas. Un montón de vivencias que solo lo da esa profesión, y, bueno, la satisfacción de ser colombiano a partir del fútbol, porque soy colombo-argentino y me considero de esa manera. La satisfacción que a partir de fútbol levanté una familia bien constituida y a partir de eso agradecerle mucho a la vida, mucho a Dios y mucho a esta profesión tan linda.
¿La familia está acá en Cúcuta con usted?
No, está en Buenos Aires. Ellos van y vienen. Algún día me vienen a acompañar durante algún día, pero están radicados en Buenos Aires, porque tienen la vida formada, tienen trabajo y estudio.
Cuatro hijos, dos nietos y uno en camino… ¿Qué es lo mejor, los hijos o los nietos?
Los hijos son muy buenos, pero son distintas etapas de la vida. Se disfrutan más los nietos. Me duele estar lejos de ellos, pero esta es mi profesión.
¿Como jugador tuvo la visión de llegar a ser director técnico?
No, no, no, no estaba ni cerca de pensarlo. Tuve una experiencia primaria a penas dejé de jugar en Cúcuta. Fui ayudante de campo de Sergio Santín, una experiencia enriquecedora, muy buena, trabajé con un amigo. Ascendimos. El equipo había descendido en 1995, y en 1996 conseguimos el ascenso. Fue una satisfacción grande devolverlo a la primera categoría. Como experiencia no fue motivante para mí. Sentía que lo mío no era la dirección técnica. Me volví a Argentina y me apareció la posibilidad y la tomé, primero, como una necesidad de vida. El fútbol me volvía a dar una oportunidad y después me fui preparando, estudié dos años, me recibí (se graduó) de director técnico y a partir de eso este presente tan importante para mí.
Un día salen las cosas, otro día no…
Eso es fútbol y sé que es así. Me duele más de pronto la no aceptación a los jugadores que a mí. Sé que lo mío pasa netamente por los resultados, pero los jugadores la ilusión la depositan en cada entrenamiento, cada mañana que se levantan, cada partido que empieza. Respeto mucho al jugador y el jugador de fútbol es quizás lo más honesto y lo mejor que hay. Cambiaría cualquier insulto a un jugador por un insulto hacia mí, porque acepto cuál es la ley de juego. Mi presencia hace que sea héroe cuando el equipo gana, sin de verdad serlo, porque los verdaderos héroes son los jugadores, y ser el culpable cuando el equipo pierde. Uno lo acepta, porque así tiene que ser, porque tiene que haber un responsable de algo.
¿Por qué cree que hay tanta irregularidad en el fútbol colombiano?
Los equipos colombianos están atravesando un problema general de crisis económica y hay que encontrarle una solución, porque ningún equipo puede sostener los buenos jugadores económicamente. Este año tuvimos un desangre. Si hubiéramos podido conservar la base seguro estaríamos en otra posición.
Usted siempre ha trabajado con lo que le ha tocado…
Y es así, pero uno tiene que aceptar. Tenía la posibilidad de decir bueno si no me traen los jugadores que quiero me voy, y me hubiera ido porque el club no tenía posibilidades. Entonces, me pareció aceptar las posibilidades del club y tratar de luchar con un grupo que quizás económicamente esté al alcance.
¿Cuál es el mensaje a la hinchada cucuteña?
Que crea en el presente, porque lo que pasó el año pasado fue bueno, pero pasó. No conocí al primer jugador que después de un insulto pueda mejorar su condición futbolística. Ojalá que la gente venga de la mejor manera y que nosotros, de adentro del campo, podamos devolverle una alegría.
Andrés Cuadros
andrescuadros_0624@hotmail.com