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Los caficultores se unen en asociaciones para recibir recursos e invertirlos en viveros, marquesinas, tostadoras, despulpadoras, secadoras y otros elementos que ayudan a mejorar el producto o a transformarlo, para comercializarlo. / Fotos: SOLÁNGEL ROBLES

CAFÉ EN NORTE DE SANTANDER (2). El olor de la tecnología a un solo clic

CÚCUTA.- El café, tal vez el fruto bendito de los pueblos y de las regiones, ha estado en muchas generaciones que saben trasmitirlo de generación en generación. No podía quedar aislado de la tecnología, aspecto que desde los primeros cultivos se ha hecho presente en la recolección y la técnica. Este episodio se remonta a los orígenes en el país. Particularmente, en Norte de Santander.

Los pioneros adquirieron conocimientos sobre las prácticas de siembra y recolección por medio de la influencia de los jesuitas, que las aprendieron en Venezuela. Ese legado histórico destaca la importancia del intercambio de conocimientos en la agricultura. Las innovaciones continúan en la industria cafetalera.

A la llegada del café al departamento, la recolección se efectuaba manualmente, en canastos tejidos con bejucos. El despulpado se llevaba a cabo a mano, seguido del proceso de fermentación durante dos días, antes del lavado. El grano se secaba en hojas de zinc o en cueros de res secos, elaborados por los caficultores. Se procedía al trillado con un mazo de madera y una piedra, cuidadosamente perforada para eliminar la cáscara de la almendra.

Luis Andelfo Pineda, agrónomo, historiador y ex Coordinador Excepcional de Sardinata, trabajó muchos años con los caficultores del municipio. Recordó que, después del trillado, el café se llevaba a las mesas donde las amas de casa separaban los granos dañados de los buenos, para asegurar la calidad del producto antes de la venta y la exportación.

La trilladora inicial fue un pilón con simba, la cual se hacía fuerza con el pie. Luego, apareció la piladora de madera, redonda, en la que ponía el café para trillarlo en la roca. Este procedimiento lo ejecutaba una mula o animal de carga. En el corregimiento La Victoria se construyó una y años después se hizo en cemento con las mismas características.

Las técnicas en la historia del café

En 1900, apareció la piladora eléctrica, que llegó de contrabando. En 1927, se incorporaron las despulpadoras, que hacían más fácil el proceso de desconche. Las trajo la Federación de Cafeteros de Colombia. Para 1936, comenzaron a llegar las guardiolas traídas del continente europeo. Eran un tambo grande que giraba con motor y funcionaba con ACPM.

En 1940, comenzó a utilizarse la ventiladora, ideada por caficultores del departamento, específicamente, en Lourdes por Juan Castañeda. En 1950, comenzaron a inventar los patios estos se realizaban de calicanto (cal y arena). En cada esquina del patio se hacían unas cavidades para dejar el café en las tardes y no recogerlo, este se tapaba con ramas de lucua nombre que le asignaron los campesinos de la región.

La característica especial del café es el empaque. El saco de tres líneas o de fique ha permanecido en la agricultura como el empaque principal de exportación. Para la elaboración se utilizan hilos de la mata de fique. Comenzó a implementarse para resguardar el grano café y para que la calidad no se perdiera. Conservara la humedad y el aroma de la almendra. Oclides Remolina comentó que “tengo un saco de fique que tiene 30 años, y sigue en buen estado”.

La Federación se percató de que el café trillado era más frágil al hongo en la almendra y que el agricultor gastaba más recursos y tiempo en el mantenimiento para que no se dañara y causara pérdidas. Posteriormente, comenzó a implementar la estrategia de comprarlo en estilla o pergamino.

El café tenía que ser de calidad y se escogía para separar el grano dañado. Ramiro Fuentes, coordinador de la Cooperativa de Caficultores del Catatumbo, dijo que “se trilla una pequeña muestra, y dependiendo de la cantidad de café negro o malo que salga es el porcentaje que mantiene el bulto. De allí depende el precio”.

En 1960, llegó el Centro Nacional de Investigaciones de Café (Cenicafé) al municipio. Comenzó a enseñar técnicas de siembra, producción, secado, despulpado y lavado. Para la siembra, era hacer germinadores en arena, lavar la semilla y secarla, para luego regarla en la arena y taparla. Se ponía sobre varas y sacos para protegerlo del sol.

Después de ese proceso, se regaba hasta que la semilla reventara y naciera la chapola y cuando tenían un par de cruces de hojas se pasaba a las bolsas llenas de tierra con abono. Luego de dos meses, se plantaba en un hueco de 25 a 30 centímetros de alto por 20 centímetros de ancho, explicó Luis Andelfo Pineda.

Posteriormente, mejoraron el método. La planta se puede pasar a la bolsa con un par de hojas, e incluso en fósforo. En ese año, enseñaron a cultivar el café con sombrío, línea, triángulo y curvas a nivel. Las recomendaciones se hacían mediante análisis y estudios de suelos. A medida que avanzó la tecnología buscaron otros métodos de siembra que resultaran rentables para los agricultores.

Las tradicionales maneras de abonar el café

En los inicios, se hacía mediante callejuelas para poner el abono alrededor. Luego, implementaron las terrazas individuales y de surco, que ayudan a que el fertilizante no se salga de la mata de café. Después, aparecieron las zanjas. Alrededor de la mata se echaba el abono y se tapaba. Hoy, se hace el proceso al café adulto, tirándole fertilizante al árbol para que produzca un choque y se riegue. La estrategia buscaba ahorrar mano de obra, para que al agricultor le quedara mayor rendimiento de lo producido de la cosecha, comentó Oclides Remolina.

En el Servicio de Extensión de 1960, los instructores efectuaban prácticas y se trasladaban a las fincas a enseñar a los caficultores. Instruían sobre cómo hacer abono orgánico. Construyeron fosas de abono en las granjas, convirtiéndose en requisito, que fueran factibles para el cultivo o para llenar las bolsas de los almácigos. La Federación donó una vaca a cada agricultor para recoger el estiércol, como producto orgánico, y leche para el benéfico familiar. Luego, entregó cabras y cerdos para que el campesino aprovechara el conocimiento que les aportaban los técnicos y los agrónomos, y desarrollaran parcelas con que les aportaran alimentación y residuos orgánicos.

La marquesina inicial fue una mesa con gaveras que sobresalían a diferente altura para que la luz del sol fuera proporcional. En 1965, apareció el silo secador de café. En primera estancia fueron grandes cajones; luego, salió uno de dos pisos, en el de arriba se hacía el presecado, y en el de abajo, el secado completo. Funcionaba a base de gas, carbón, leña o cisco de café. Operaba con el aire caliente que se emitía hacia el grano para secarle la humedad.

Luis Andelfo Pineda recordó que, en 1970, aparecieron los Grupos de Amistad que hacían un trabajo más tecnificado. Un grupo de caficultores buscó la renovación con la implementación de las variedades caturro y bourbón. Posteriormente, comenzaron a llegar las variedades resistentes a las plagas y a la roya.

Alcibíades Soto, hijo de caficultores y caficultor durante la vida, comentó que la carretera del corregimiento La Victoria la trazó el sacerdote ingeniero Efraím Mojica (1976). Se buscó hacer más fácil llevar el café a Sardinata. Comenzaron a llegar los primeros carros de carga. Los encargados del transporte eran Ramón Gómez y Libardo Garavito.

La calidad en Norte de Santander es superior a la de otros departamentos debido a la reputación de Café Cúcuta como exportador. A pesar de que otras regiones pueden tener una producción mayor, incorporan el café de Norte de Santander en las mezclas.

El agricultor Carmen Emiro Robles dijo que “algunos caficultores cuando tenían luz utilizaban los soberados para extender el café y secarlo con la luz eléctrica del bombillo. Después, llegaron las marquesinas (2000). Las primeras eran de caucho y malla. Los caficultores las modificaron con tablas y material plástico.

El caficultor Jaime Mendoza relató que “la broca llegó al municipio en 1997 y comenzó a afectar la cosecha”. Ante ese desafío, Cenicafé implementó estrategias para mitigar el impacto en el departamento y evitar que lo afectara como en otros países.

Capacitó a los caficultores sobre cómo manejar la broca, incluyó técnicas para evitar dejar café en la planta y la aplicación de medidas de fumigación. Estas acciones se llevaron a cabo con el objetivo de prevenir que la plaga se propagara.

Emiro Robles dijo que el Comité de Cafeteros de Sardinata brinda beneficios al gremio de agricultores, hace descuentos en los fertilizantes o abonos, por tener la cédula cafetera, se les da bonos por la cantidad de matas que plante y si hace el soqueo al corte de café también recibe este beneficio.

El Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) se une al proceso de mejorar la calidad y siembra del café. Los técnicos se dirigen a los corregimientos a capacitar a los caficultores en nuevas técnicas para la producción y siembra. Uno de los proyectos influyentes fue café especial.

Avances tecnológicos

Los caficultores se unen en asociaciones para recibir recursos e invertirlos en viveros, marquesinas, tostadoras, despulpadoras, secadoras y otros elementos que ayudan a mejorar el producto o a transformarlo, para comercializarlo.

La Asociación de Cafeteros Victorieros (Asocafevic) recibe beneficios para proyectos. Los integrantes plantaron mil matas en las fincas de manera orgánica. Este proyecto de vivero dejó las instalaciones adecuadas para seguir el cultivo y que pueda servir para la venta a más agricultores, dijo Jaime Mendoza.

Yolima Velásquez comentó que “estar en la Asociación es una manera de transformación, porque hay cómo sacarle valor agregado al café con buenas prácticas. Hoy, contamos con una tostadora que la donó el Ministerio de Agricultura. Como asociados buscamos cambiar la imagen del corregimiento. Donde se ubicó la maquinaria antes hubo violencia y ahora es un lugar de agricultores que buscan cambiar la comercialización del café”.

Desde la llegada del café a Colombia, el proceso de siembra, recolección y distribución ha experimentado una notable evolución. Los caficultores han buscado mejorar las técnicas tradicionales, han adoptado prácticas tecnificadas y eficientes aportadas por entidades que los apoyan y capacitan.

Ha permitido optimizar cada etapa del cultivo del café, desde la selección de las semillas hasta el momento en que llega a las manos del consumidor. Hoy, estos esfuerzos continuos hacen que Colombia destaque entre los principales productores y exportadores en el mundo.

SOLÁNGEL ROBLES

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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