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Los 268 congresistas se reparten el botín de las finanzas públicas en la Cámara y el Senado.

ANÁLISIS. Reducción del Congreso, anhelo popular

Con la implementación de la reforma tributaria los colombianos iniciamos año con un sueldo menguado por las alzas de los productos. Ajena a estas disertaciones financieras, porque los especialistas son los que marcan las pautas del comportamiento económico, lo único que me queda es expresar indignación ante tanta ignominia hacia el pueblo.

Analistas serios y responsables, como Luis Raúl López, reseñaron lo regresiva que es la  reforma y expresaron una verdad a gritos: la extinción de la clase media. Y es que, infortunadamente, somos más los que luchamos a diario por la superación personal y financiera dentro de una estructura macroeconómica que sólo ve el signo pesos.

Esa clase que abarca  ganancias de manera exagerada, aún a costa de la vida de los compatriotas, es el Gobierno. Al ministro de hacienda Mauricio Cárdenas, y todo el séquito, les parece procedente aplicar esta reforma para recaudar $ 7,0 billones este año, que luego serán dilapidados por los gastos excesivos de la administración, los contratos amañados para que cada integrante gubernamental obtenga buena porción de la ‘mermelada’ y los despilfarros en lujos de los congresistas.

Y este panorama es el que ha llenado la copa de los colombianos.  Son tantas las injusticias vividas en el país que el pueblo se hastía de esta situación que parece inmovible. ¿Cómo se reforma el Senado, si ellos hacen las leyes? Los pocos que han intentado han fallado en el intento. ¿Por qué tantos representantes? Los que saben de leyes dirán, porque es nuestro sistema bicameral. Yo, que ignoro  la política, pregunto ¿no es posible funcionar con otro?  Y la respuesta sería el unicameral.

En un Estado unitario, social y democrático de derecho como el nuestro, las tres ramas del poder público, legislativo, judicial y ejecutivo, trabajan sincronizadas para dictar leyes que en muchas ocasiones van en detrimento del pueblo. En nuestro sistema, los 268 congresistas se reparten el botín de las finanzas públicas en la Cámara y el Senado. Ambas corporaciones, se supone, fueron establecidas  para hacer una mejor división racional del trabajo, para una doble reflexión y el control mutuo.

Sin embargo, la realidad es otra. La posición de algunos congresistas es vergonzosa y se fijan dividendos económicos para unos y otros basados en negocios deshonestos. Y ese robo empieza desde los sueldos exorbitantes que devengan: más de $ 27 millones, sin incluir gastos de seguridad y comunicación, y solo trabajan 9 meses al año.

El régimen laboral de los representantes, fijado por la Ley 4 del 18 de mayo de 1992, es beneficioso, e incluye salario básico, gastos de representación, prima de salud, prima de localización y vivienda. Todas las anteriores adiciones  han llevado a que Colombia tenga el quinto puesto entre los congresistas con mejores salarios. Solo superados por México, Chile, Brasil y Argentina.

Un  anhelo que  crece entre la ciudadanía es la reducción del Congreso y  sería posible con un sistema unicameral. En Latinoamérica lo tienen Perú, Ecuador, Venezuela, Costa Rica, Panamá, Honduras, El Salvador. En Europa el más fuerte es el de Inglaterra.

Para acceder a este sistema, el Congreso debe aprobarlo en un acto legislativo, o sea que nunca ocurrirá, o por lo menos es poco probable que suceda. Un sistema unicameral tendría menos costos, por  menor número de representantes (muchos de los actuales ni presentan proyectos o duermen cómodamente), mayor rapidez en los trámites legislativos, se evitaría la duplicidad de las comisiones, se crea un mayor sentido de responsabilidad, aumenta el trabajo en equipo.  También, tendría la desventaja de conformarse monopolios, aunque esto es común. Es complicada la política,  cuando se ha desvirtuado  el verdadero significado como es el de servir a la comunidad.

ISBELIA GAMBOA

isbeliagamboa@hotmail.com

Foto: COLPRENSA

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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