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CÚCUTA.- Mientras el mundo estaba entusiasmado con los Juegos Olímpicos de Montreal (Canadá – 1976), en los que 92 países competían en 21 deportes, en Cúcuta, la frontera más dinámica de Colombia, Carlos Arturo Acevedo y Alicia Elvira Peñalosa esperaban con ansias el nacimiento del segundo hijo, Jorge Enrique.
El muchacho creció y recibió total apoyo de los padres. Decidió estudiar ingeniería industrial al ver que algunos familiares eran profesionales, estaban bien estructurados y económicamente estables. Pensó ser como ellos, aunque no era el único motivo. Las empresas y las industrias lo apasionan.
Se caracteriza por ser analítico. No permanece estancado en un punto fijo, sino que va más allá de los parámetros establecidos para encontrar la manera de conseguir nuevas oportunidades. El objetivo fundamental es buscar beneficio para la sociedad, sin caer en los extremos, porque “son perjudiciales”.
En el 2002, en el año que en Colombia la excandidata presidencial Ingrid Betancourt y la jefa de debate Clara Rojas eran secuestradas por las Farc, Jorge obtuvo el título de ingeniero industrial. En ese instante ingresó a Centrales Eléctricas de Norte de Santander.
“En el momento en que comencé a laborar en esa empresa tomé más conciencia de la situación de la ciudad. Cortaba la luz sin piedad, porque a la larga ese era mi trabajo. Me di cuenta de que los que no pagaban era porque o comían, mandaban a estudiar a los hijos o daban el dinero para la luz. En ese instante entendí lo bueno que sería para la política”.
Creó la fundación ‘Cúcuta sin hambre’, encargada de adoptar familias para darles mercados y se vinculó al eje comunitario convirtiéndose en trabajador social para el pueblo. La alcaldesa María Eugenia Riascos (2008 – 2011) lo nombró director de la oficina de Desarrollo Social Municipal.
Considera que cada día es una oportunidad para adquirir conocimientos, aunque en ocasiones el tiempo juega en contra. Ama los libros; sin embargo, es poco lo que lee. “Esta es una de mis fallas, porque debo crear un hábito de lectura más seguido”. ‘El arte de la guerra’ y ‘El precioso don del servicio’ son algunas de las obras que estudia para buscarles soluciones a los problemas de la ciudad, en especial a los de los indigentes y los homosexuales.
En el 2008, Jorge Acevedo, como miembro de la Fundación Centro de Pensamiento Primero Colombia (FCPPC), que tiene como objetivo difundir y defender el legado doctrinario de la obra de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), viajó a Washington para apoyar al entonces presidente en una investigación en su contra. Le bastaron 30 segundos para entablar diálogo con el mandatario. Lapso suficiente para hablar de varios temas y le preguntó sobre Cúcuta y cómo iba el trabajo con la alcaldesa María Eugenia Riascos.
En ese año, inició la carrera política con apoyo de la gente. A pesar de contar con ese respaldo, no se dejó llevar por la ilusión, porque siempre está con los pies sobre la tierra para no estrellarse.
En las elecciones del 2011, aspiró a la Alcaldía de Cúcuta por el movimiento Alianza Social Independiente y no alcanzó el favor popular en las urnas. Probó de nuevo suerte y se presentó para la Cámara de Representantes, en el 2014, respaldado por el Centro Democrático. Tampoco despertó interés entre los nortesantandereanos. Lo alegró el número de votantes que lo respaldaron (20.000), motivo que lo empuja para esforzarse cada día más para alcanzar las metas políticas.
“Recuerdo una vez que estaba en la invasión Simón Bolívar, en la campaña para la Alcaldía. Había 100 personas en la reunión y corrió el rumor que Donamaris Ramírez, en ese tiempo mi rival, estaría al otro lado de la cancha. Cuando llegó, solo quedaron cuatro ciudadanos. Esto pasó por el formulario de las 20.000 casas que repartía y que todos querían obtener. Incluso, mi escolta tenía esa hoja. Claro, conozco la diferencia entre amistad y política”. Hay personas malas que se vuelven buenas y viceversa. Esto también ocurre con los políticos. Un niño pudo ser el peor estudiante en el colegio y en la universidad es de los mejores. No es el individuo, sino lo estructurado que esté. Por eso se debe buscar a alguien que esté enfocado, que sepa por dónde va y conozca cómo es la movida en donde se desenvuelve.
Desde el hogar fue educado para ser ciudadano de bien, con principios, humilde, que no se deja torcer a pesar de que en muchas ocasiones lo han tratado de corromper, sobornar o comprar. Aunque el dinero sea un factor que pone a pensar a cualquiera, a Jorge Enrique no le mueve ni el dedo meñique. Se mantiene firme con la forma de ser y debido a eso “sería el mejor Alcalde (para Cúcuta) si lo eligieran”.
Tal vez esa forma de ser lo ha hecho ganarse enemigos, aunque tiene claro que ‘no es monedita de oro para caerle bien a todo el mundo’. Pese a que tratará de serlo, no es fácil ser amigo de todos.
Gustavo Petro asumió la Alcaldía de Bogotá, en el 2012. Ese año, Carlos Acevedo, padre de Jorge Enrique, falleció. Cualquiera pensaría que ese hecho lo frenaría para seguir en la búsqueda de cumplir los sueños y no fue así. Ahora, tiene una motivación mayor para cumplir los objetivos planteados. Desde el programa de televisión ‘Cúcuta de Todos’, hablará de los proyectos y los problemas de la ciudad hasta la próxima elección de Alcalde.
Nunca ha pensado en irse de esta capital, porque la ama y aspira a verla desarrollada, pujante y con buena energía, a pesar de que no sea fácil y se requiera un plan estratégico para crear conciencia entre la ciudadanía.
JOHAN RAMSÉS CONTRERAS
MARTA NOHEMÍ BOTERO
Estudiantes de Comunicación Social
Universidad de Pamplona
Campus de Villa del Rosario
Foto: https://www.facebook.com/jorge.acevedopenaloza?fref=ts
seria un buen candidato, si no fuera, por que detrás de el, hay una rata……