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Yo asistí a la ‘fumatón’

CÚCUTA.- Yo (*) asistí a la dichosa ‘fumatón’. Cuando llegué al parque Simón Bolívar,  pasadas las 3:30 de la tarde, sentí como si Simón Bolívar se hubiera apeado del caballo. El parque estaba lleno de ‘robocops’ vestidos de negro, así como como cuando el Alcalde intenta desalojar a los vendedores ambulantes de la avenida sexta. Bueno, eran más los policías en el parque que los que mantienen en vigilancia La Sexta o de  cualquier foco de delincuencia e ilegalidad con la que se choca cualquier ciudadano cuando camina en Cúcuta.

Nadie, absolutamente nadie, tenía la más mínima intensión de fumar nada. Solo se quería que la gente viera unas pancartas hechas a mano y llenaran una encuesta. Encuestas que el mayor Misael Ortiz, comandante del Primer Distrito, encontró tiradas en una banca del parque y por eso las mandó a desaparecer. Esa era la intensión de la comunidad Cannabica Colombiana en Cúcuta.

Muchos de los vecinos del barrio Colsag llegaron, quizá, por primera vez al parque, solo con la intensión de esconder el deseo incontrolable de fumarse un porro y la gente lo viera. Otros, llegaron como acostumbran todos los sábados, o todos los días. La Policía, por su parte, atropellaba incluso a quienes departían sin saber qué pasaba. Parejas corrieron despavoridas al sentir la mano, no, la pata opresora del cuerpo armado de naturaleza civil a cargo del Estado.

La Alcaldía hizo presencia. La cara la puso el secretario de gobierno David Castillo, quien sin fundamentos y sin ningún tipo de documentación ni permiso previo  entregó el parque a la Policía para hacer contra peso a la ‘fumaton’ con actividades lúdicas que nunca hace, pues prácticamente el parque lo sostienen el Consulado de Venezuela y la JAC del barrio. Producen risa las acciones de la administración del municipio cuando de garantizar el bienestar de la ciudadana se trata.

Todo lo observé desde la protección de uno de los grandes árboles que cubren del sol al parque Simón Bolívar. De pronto, noté que a mi espalda los carabineros se acercaban con los perritos Tomás, Max y Tom. ¡Me asusté! Los perritos intentaban salirse de los collares, los agentes forcejeaban. ¡me asuste más! Pensé que me querían morder. Cuando escuché por el altoparlante  que los perritos están entrenados para incautar droga ¡me asusté mucho más! Nunca los perros indicaron que los jóvenes asistentes a la ‘fumaton’ llevaran algo. Los perros seguían inquietos y los policiales intentaban calmarlos. Raro fue cuando los perros se acercaron a los agentes del Goes. Se querían volver locos. Los jóvenes ‘fumones’ pasaban por el frente de los perros y  casi se dormían los animalitos, quien sabe que habría en los bolsillos de los agentes del Goes que despertaron tanta inquietud en los perritos caza droga.

No veo nada de malo que los ‘burros’ se visibilicen; por el contrario, es mejor. Supuestamente, estamos en un país democrático y la democracia admite el consumo de drogas en pequeñas cantidades. Entonces, que se aguante la gente. Ni siquiera en el manual de Policía está estipulado que fumar marihuana en un parque es delito, si acaso es una contravención, algo que no da cárcel, no veo mal ejemplo, no veo mala conducta, no veo por qué rechazar una conducta como la del alcoholito, o la del homosexual. En cambio la Policía llevo a esos niños Graco  a que vieran cómo golpeaban a mechudos mal vestidos, solo por tener ropa diferente a la de mucha gente, por querer mostrar que la sociedad de doble moral es la única que está en contra de algo que es  latiente y real. ¿Acaso es ese buen ejemplo para estos niños? ¿Acaso esos niños no crecerán con la percepción de que todo  aquel que no se vista como ellos, lleve arete y pelo largo es diferente? Creo que eso es mucho más peligroso. Si yo, como padre de familia, le digo a mi hijo que la conducta de fumar marihuana está mal, mi hijo crece con la percepción de hacerlo, pero si mi hijo ve que la policía agrede a todo aquel que cree diferente  ¿cómo le digo que eso está mal?

Al final de la jornada, la ‘fumatón’ no se cumplió. Los mechudos se fueron aburridos, cascados y a pie. No hubo viaje. Seis fueron retenidos, cinco por no tener ni cédula en la billetera, uno presentó antecedentes judiciales. Los Goes partieron con los bolsillos llenos de quién sabe qué, y Tomás, Max y Tom con ganas de tumbarlos de las motos.

(*) Lector, que no es consumidor

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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