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La Isla de Margarita, en Venezuela, al norte de la península de Araya del estado Sucre, también denominado Nueva Esparta, está anclada a un potosí de ilusiones. Pero por el momento es solo eso, ilusiones. Las ilusiones y las esperanzas de los isleños son tan grandes y profundas como el mar que rodea su tierra. Todo se debe a la situación que afronta el país.
Aquí, también llegaron las colas para mercar, los bloqueos por el desacuerdo político que vive el país, a lo que se le suman la falta de acompañamiento y el olvido en el que el Estado bolivariano los tiene. Las filas en las calles no solo se ven para llegar a Mercal (sitio estipulado por el Gobierno para abastecer a las familias de abarrotes, pollo y los productos de primera necesidad); ahora, los margariteños ‘trancan’ calles por falta de agua, por racionamientos eléctricos, por el costo de la vida.
La situación se agrava a diario. El sector turístico, mayor fuente de empleo e ingresos está afectado por el estado interno del país. Hoteles sin estrellas y con cinco estrellas ven con preocupación lo que sucede en la isla. Se estima que, al menos, el 70 por ciento de la ocupación estimada para Semana Santa se ha cancelado.
Los viajeros no llegarán por puro y físico temor. Los hoteles y las playas están desolados. En hoteles de reputación, de los 50 taxistas que se aparcaban al frente solo llegan 10, en los fines de semana. Para los días ordinarios solo se permiten 5. ‘No hay cama pa’tanta gente’.
Las excursiones a las islas Coche y Cubagua reciben, máximo, 130 personas en el fin de semana. En años anteriores recibían millares en un solo día. El snorkeling, el nado con delfines y el buceo ni siquiera llegan al 30 por ciento de la capacidad, a pesar de ser las atracciones deseadas por los visitantes, hecho que tiene golpeada a la economía del estado.
La situación para grandes empresas no es ajena a la de la isla. Los centros comerciales trabajan a media marcha, los locales se cierran a las 6:00 de la tarde, por el temor a las protestas. Varias veces se han quedado encerrados clientes, porque los manifestantes se han tomado el centro comercial, dijo una empleada de uno de los más de 200 locales de Sambil, mientras se cuelga de la reja de seguridad para que caiga y cerrar el almacén del que es administradora.
Gracias por tan clara ilustración. Saludos.
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