1.- Leyendo el ilustrado libro que sobre El Estado de Santander presentó Eduardo Duran Gómez como requisito estatutario para posesionarse merecidamente como Miembro de Número de la Academia Colombiana de Historia, y detallando la investigación que sobre el tema escogido hizo Otto Morales Benítez, necesariamente, se llega a la conclusión que la valoración y la particularización sobre lo que sucedió durante la mitad del siglo XIX, cuando se cumplieron y definieron muchas posturas políticas, de gobierno y culturales, es, así mismo, una etapa histórica de significativa importancia por lo revolucionaria que como bien se anota “abrió la posibilidad de que la libertad alcanzara su plenitud política” y “se formularan las ideas nacionales por hombres de visionaria orientación”. Y, porque, “se buscaba definir qué se entendía como patria”. Sí, “era un momento excepcional, para definir cómo se debía orientar a la comunidad y “se aclaraban, por primera vez – después de la Independencia – las posiciones frente a los grandes problemas”.
2.-Impresionante, aleccionador y especialmente enriquecedor este aporte, y el conocer cuanto tuvo mayor relieve y connotación, porque se alude igualmente al Plan de Estudios del General Santander, de 1826, a la libertad de cultos, a las logias masónicas, la fundación de colegios y universidades, más un repaso de regiones, provincias y ciudades que entran y salen en las diferentes iniciativas, junto a los principales protagonistas del Estado de Santander. Y las provincias de Santander, Pamplona, Ocaña, García Rovira, Socorro, Vélez y Soto, en unas referencias que destacan su protagonismo.
3. Traigo como referencia lo anterior, porque si penetráramos en la realidad regional que nos corresponde y en las importantes acciones que tuvieron por escenario “la creación, sus concepciones y alcances de El Estado de Santander”, irremediablemente, llegaremos a la conclusión, que en avances de unión, coordinación, planeación del desarrollo, descentralización y representatividad otras regiones y áreas nacionales como Antioquia, Valle del Cauca y la Costa Atlántica – que siempre fue un hervidero de separaciones – y sin descuidar lo que acontece en la Orinoquia, ante los programas de altillanura que se cumplen sobre infraestructura vial y de servicios, sorgo, arroz, palma africana y ganadería intensiva, más las perspectivas de empalmes sobre gas e hidrocarburos, nos superan amplia y notoriamente.
Todo lo anterior ¿por qué y para qué? Porque han faltado unión y liderazgo en los prospectos y propósitos básicos y estructurales, que se deben definir, impulsar y obtener para que el Nororiente de Colombia asuma la importante postura de representatividad, conectividad y logros que su estratégica ubicación geopolítica, social y económica le determinan y puede cumplir.
Ojalá, las Academias de Historia y universidades del Nororiente de Colombia sean convocadas para propiciar y validar el relieve a lo que todavía hace falta hacer para así iniciar ese nuevo despertar de lo que es, representa y significa esta esquina de la república, en sus proyecciones regionales, nacionales e internacionales. Y, porque la insolidaridad y la falta de labor mancomunada y en equipo deben superarse.
JOSÉ NEIRA REY
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