Inicio / Conversaciones A Contraluz / CONVERSACIONES A CONTRALUZ. “La vida me alcanzará para ser general”

CONVERSACIONES A CONTRALUZ. “La vida me alcanzará para ser general”

CÚCUTA.- Nació en Rovira, pero vive en Cúcuta; no es hincha del Tolima, sino de Millonarios; a pesar de que lo obligaban a escuchar la música de Silva y Villalba, no canta ni en la ducha, y por más que lleve uniforme durante el día, en la casa manda la esposa. Tiene dos sueños por cumplir, uno en la institución y otro en el hogar. Así es John Aroca, el hombre que le siguió los pasos al papá y que ahora es el  comandante del Departamento de Policía Norte de Santander, con el grado de coronel.

“Soy tolimense de un pueblo que se llama Rovira. Ingresé a la institución en enero de 1989, estoy en el año 27 de servicio”. Esa es la carta de presentación de este padre normal de dos hijos, que por ahora no han expresado la intención de heredar el oficio, sino que piensan en ser ingeniero, el mayor, y futbolista del Barcelona, el menor.

“Mi papá fue policía, suboficial. Prácticamente nací dentro de la institución”. Esa forma de vida le permitió crecer de municipio en municipio. Tiene amigos  en cada lugar por dónde pasó, incluido Bogotá, la última estación de la travesía familiar.

En la adolescencia no tuvo tiempo para ser rebelde, para llevar el cabello largo, para vestir distinto, porque del colegio salió directo para la institución. “No me faltó ninguna parte por vivir en esa etapa”. A los 21 años era subteniente. Las situaciones que experimentó fueron diferentes a las de los muchachos corrientes, porque los grados de madurez se los aligeraron un poquito. Ahora, piensa que mientras se viva a plenitud lo que hace, no es necesario que todos vivan lo mismo.

La Policía le dio la oportunidad de estar en la universidad y alcanzó el título de administrador de empresas, más un año escolarizado sobre pedagogía para ser instructor de las escuelas. Era teniente. “No he saltado ninguna etapa, ni me ha hecho falta ninguna”.

Otros de sus gustos es la ingeniería de sistemas. “Soy gomoso”. Entró a estudiar esa carrera y nunca la terminó. De pronto culminará esos estudios, aunque no lo ha pensado en serio, porque queda medio camino para recorrer. Mejor se queda con la satisfacción de ser policía.

Casi todas las actividades emprendidas con el uniforme han estado enfocadas en la lucha contra el secuestro y la extorsión. “Entregar un secuestrado a la familia es una de las satisfacciones más grandes que uno siente en la vida”. Y si el liberado es un niño, es mayor todavía. Esos sentimientos no los alcanza a describir.  Ha estado, en casi todos los escaños, vinculado a la especialidad, y eso le ha dado satisfacción.

Para el comandante de la Policía Norte de Santander, el departamento no le es desconocido. Hace 10 años estaba en Cúcuta al frente del grupo antisecuestro. Era mayor. “Conozco casi todos los 40 municipios. Hay una simbiosis en El Catatumbo, que lleva a que la seguridad sea diferente por la presencia de grupos guerrilleros, narcotráfico y contrabando. Eso propicia que las condiciones de seguridad sean diferentes al resto del departamento.

Las veces que ha estado en vigilancia, al servicio de la comunidad, las considera como la recompensa que se gana por ser policía. En la otra orilla están las frustraciones, que se viven  cuándo le matan a un agente. Esa es de las historias tristes que soportan los comandantes, porque van haciendo lazos diferentes, no laborales, de hermandad. “Uno siente, sufre y vive por lo que hacen sus hombres. La muerte violenta de los policías es dura”.

Si un hombre que toma la Policía como forma de vida sufre para llegar a ser coronel, debió retirarse hace rato. A esa conclusión llegó después de analizar el trascurrir del tiempo y de haber escalado hasta esa posición. “Hay momentos difíciles, de presión institucional, social y de los medios, pero es la dinámica. Si a uno le parece difícil eso se tuvo que haber retirado antes”. Lo dijo y quedó serio. En seguida sentenció que aún no ha pensado en el retiro, aunque cree que va a llegar el momento. “Todavía no lo he pensado y me puso a pensar en eso”.

El coronel Aroca no sabe de qué se pierde un hombre por estar en la vida institucional. Sabría decir  qué gana. Gana recompensa por su labor y  gana muchos amigos y algunos detractores. “La sensación del servicio bien prestado es gratificante. A veces esos reconocimientos llenan más que cualquier otro aspecto”.

Para alcanzar esos aplausos debe ser consciente de que el policía es institucional y todo acto que haga no lo hace el civil, sino el uniformado. “Tiene que ser consecuente con lo que piensa, habla y actúa y con lo que escogió ser. El día que considere que no puede hacerlo más debe dar un paso al costado”.

El proceso de trasformación de los esquemas mentales que se tenían para imponer autoridad ha cambiado. Ahora, no inspira mayor respeto el  que más grite o el que más sancione. A veces, se confunde el carácter con la soberbia. Sin rayar en los extremos, cree que en estos momentos es fácil que lo escuchen sin necesidad de humillar.

La ambición de todo oficial es ser comandante de departamento, sueño cumplido para el coronel Aroca. Luego, ser general, espera que lo llamen para el curso que le permitirá cambiar de las hombreras las tres barras y dos ramas de laurel por las estrellas. Después,  ser director general. “Claro que me va a alcanzar la vida. Son los ideales que se pone uno cuando se está en la institución”. Esto es lo que piensa para el futuro; sin embargo, sabe que las condiciones familiares pueden cambiar esas expectativas.

En el hogar, John Aroca no actúa como coronel. “No, la que manda es mi mujer”. Están a punto de cumplir 19 años de casados y los dos hijos, uno en la adolescencia y otro en la infancia, lo ven como el papá normal. “Si alguno querría en algún momento ser policía habrá que apoyarlo”. El menor, que por ahora piensa que será futbolista,  no ha escogido ni al Tolima ni al Cúcuta Deportivo. Se ve vestido de azulgrana.

En el closet de la casa guarda alrededor de 20 uniformes, contra dos vestidos de paño que no ha tenido la oportunidad de lucir en Cúcuta. Está seguro de que la autoridad es directa a lo que se hace y no depende del uniforme. “Mi sueño grande es que mis hijos puedan desarrollarse profesionalmente y sean hombres de bien”.

RAFAEL ANTONIO PABÓN

rafaelpabon58@hotmail.com

Foto: Sargento Nelson Flórez

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

Podría Interesarle

DETERIORO AMBIENTAL. Fenalco y Acopi proponen medidas para ayudar a superar la crisis

CÚCUTA.- Teniendo en cuenta que la contaminación ambiental persiste en la ciudad, y que el …

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.