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CÚCUTA.- Los cucuteños que recorrieron la avenida 6, entre las calles 4 y 10, encontraron un ambiente diferente al que se vivía hace tiempo por la presencia de los vendedores ambulantes de productos perecederos y variada mercancía.
Los gritos de los comerciantes informales para ofrecer yuca, plátano, tomate, aguacate, limones, naranjas, lulos y demás componentes de la canasta familiar desaparecieron. No hay carretas que estorbaran el paso, ni mesas improvisadas que impidieran la circulación vehicular.
Los compradores afanados por conseguir precios bajos, promociones, remates y rebajas no aparecieron. Las mujeres prestas a mercar barato no cumplieron la cita con los expendedores y los hombres encargados de llevar el mercado a casa no se presentaron.
Los pitos de los taxis no sonaron para abrirse por entre vendedores, compradores y carretillas. Los automóviles amarillos transitaron sin armar atascos y los conductores pasaron tranquilos, sin causar contaminación auditiva.
El rugido de las busetas no se escuchó. Los choferes manejaron con calma, recogieron a los pasajeros sin apresurarse y no atropellaron a los peatones con la indecencia característica.
Los agentes de la policía permanecieron atentos a devolverles el orden a los cucuteños y estacionaron las motos debajo de los arbolitos que no terminan de crecer frente al Parque Lineal.
Los carabineros sacaron los caballos y sin cuidado alguno los encaramaron a las zonas verdes del parque en señal de autoridad. Ahí pasaron la mañana en compañía de los nuevos habitantes de este espacio público que un día correspondió al tristemente célebre mercado La Sexta.
Los indigentes, alcohólicos y ‘piperos’ mantuvieron la presencia en la parte trasera del parque, donde la policía sabe que consumen drogas, venden trago adulterado, hacen las necesidades fisiológicas y deterioran el ambiente con sus porquerías. A ese mundo impenetrable todavía el gobierno local no tiene cómo entrarle.
Los vendedores madrugaron a montar los puestos, exhibir la mercancía, hacer nuevos mejores clientes y regatear precios para obtener la ganancia diaria y recuperar lo perdido en la jornada del martes 13. El piso está marcado y cada cual ocupa el espacio asignado o tomado por ‘asalto’.
Los compradores se pasearon con indecisión para adquirir el producto que necesitan. Aún no sienten seguridad y caminan recelosos, miran de lado a lado y desconfían del sujeto que les sigue los pasos. No están cómodos, aunque creen que se acostumbrarán. De todas maneras tendrán un año para visitar el sitio.
Entre tanto, la administración municipal continúa el análisis de los papeles que firmaron 700 ilusionados informales, que le pusieron fe al documento y lo entregaron a la secretaría de Desarrollo.
El alcalde Donamaris Ramírez expresó satisfacción por la aplicación de la segunda fase de recuperación del espacio público. Los operativos se coordinan desde el puesto de mando, en el Centro Comercial Las Mercedes, donde se guardan los decomisos menores a algunos vendedores que insisten en no abandonar la calle.
Las esporádicas manifestaciones en el parque Santander no deslucieron el trabajo de las secretarías de Gobierno y Convivencia Ciudadana, Seguridad y Desarrollo Económico, que llevan a cabo los procedimientos de reubicación.
Transitar por la calle 11 entre las avenidas 0 y 6, desde la calle 15 con avenida 5 hasta la calle 5 y por vías aledañas al parque Santander permite ver a una ciudad diferente y amplia.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
